Compone un libro de poemas para Balerma en su retiro

La poesía de Francisco Gómez, que no sabe leer ni escribir, habla sobre la mar y la agricultura, su tierra natal y sus gentes

El balermero posando con su libro.o,4
El balermero posando con su libro.o,4
Mª Carmen Cerezuela
21:48 • 19 abr. 2014

Cuando Francisco Gómez (70 años) compone sus versos no los va escribiendo, sino que los memoriza. Después recita las estrofas a su nuera y ella trascribe las ideas que hay en su cabeza. Así es como Francisco ha dedicado un libro de poesía a su Balerma natal, a sus gentes, su tierra y a su familia.




“Yo nunca he pensado en estas cosas”, explica. Desde que era pequeño y hasta que se jubiló hace seis años ha estado toda su vida trabajando. Con ocho o nueve años comenzó en la agricultura, cuando las tierras eran de secano. Vivían a la aventura del cielo y comían fiado de las tiendas todo el año, hasta que podían devolverlo. “Si no llovía, las plantas se secaban y el año que llovía mucho, podían ir tirando”, recuerda. Eran 9 hermanos y él era uno de los medianos.




Francisco jamás pudo pisar una escuela, por eso su mérito es mayor. Recuerda que antes de ir a la mili aprendió a leer,  escribir y hacer cuentas con un practicante del pueblo. A su vuelta se dedicó a su trabajo. “Hay dos cosas en la vida para vivir tranquilo: llevar el trabajo con fe y cariño  y tener educación y respeto, eso es lo más grande”, asegura.




Cuando Francisco se casó con su mujer cogió unas tierras de riego en las que se entregó durante cinco años. Después entró en el Ayuntamiento de Balerma como barrendero y al poco tiempo se incorporó como jardinero. Así es como durante 33 años se  ocupó del mantenimiento del parque de El Palmeral.
Hace seis primaveras ya que se jubiló y sin poder estar mano sobre mano,  cayó en una profunda tristeza y decidió ir al médico. “Me preguntó cuál era el deporte que más me gustaba y yo le dije que el fútbol y la pesca”, explica. “Ir a pescar me da la vida porque en la playa se respiran cosas sanas”, indica. Por eso, se compró una lancha y decidió salir a pescar.




Francisco relata una de las estrofas compuestas a la playa: “El mar tiene una brisa por la mañana temprano, antes de salir el sol, que es muy buena y muy sana, para el cuerpo y el corazón”. Sin embargo, no pudo continuar con la pesca porque una hernia le impidió que pudiera seguir saliendo con su lancha.




La playa El mar siempre ha sido su fuente de inspiración. Cuando puede va a pasear por la orilla de la playa.  “Iba caminando con mi mujer y vi a las gaviotas paradas, que siempre miraban para el viento. Pero un día vi una darse la vuelta y, al volver la cola hacia el aire, se le abrieron las alas, así pensé que iba a hacerle una poesía al pueblo y a las gaviotas”, explica.




Su verso quedó así: “Las gaviotas viven en la playa junto al mar, con la cara frente al viento para no verse despeinar, por la mañana tempranito van buscando comida, con ese apetito grande al amanecer del día”.
De hecho, este es uno de los poemas que aparecen en su libro. Componer poesía da sentido y alegría a su vida. Hace versos para Balerma, para su mujer, sus hijos y sus nietos, para la mar y para la tierra. Compone sobre todo lo que ve, todas las estrofas salen de él, de su cabeza. Refleja también en sus versos a los patronos de la mar, que tuvieron que marcharse de Balerma porque no había muelle.




Además, sus poemas están recogidos en un libro, que lleva su nombre y que desde el siete de diciembre de 2012 está recogido como obra literaria en el Regristro Territorial de la Propiedad Intelectual de Andalucía. Pero en su cabeza Francisco tiene más versos que espera seguir contando.



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