Valentín Sola es la cara visible de uno de los colectivos almerienses más activos, la Federación Almeriense de Asociaciones de Personas con Discapacidad (FAAM). Una entidad que significa “todo” para él y en la que está volcado. “Es mi vida. Yo las 24 horas del día prácticamente las dedico a mi trabajo y a idear cosas para que las personas con discapacidad consigan superar retos y puedan integrarse en la sociedad”, responde a la primera de las preguntas de esta entrevista, que se produce a tan sólo unos metros de la sede de la asociación y tras mantener Sola una reunión de trabajo.
Dice disfrutar con lo que hace, aunque reconoce que algunas veces lo pasa mejor y otras peor. Pero asegura tener gratificaciones. “Igual que lo doy todo, lo recibo todo. Aprendo muchísimo de las asociaciones -la FAAM está formada por 18- y de cada una de las personas que las integran y con las que me reúno”, comenta.
“En esta vida es muy importante sentirse útil. Si vas consiguiendo retos eso es lo que te ayuda a seguir vivo, estar motivado y empeñado en la tarea que te has puesto”. Por ello, destaca las satisfacciones recibidas con su trabajo.
“Ahora estamos construyendo una residencia para personas gravemente afectadas. Imagínate la satisfacción personal, el orgullo que es para mí terminar este proyecto y que podamos dar trabajo a unas 90 personas, la gran mayoría con discapacidad, y cubrir así una necesidad y una demanda”.
“Las barreras arquitectónicas son las visibles, pero hay otras como las burocráticas y las mentales que hay que ir superando”, apunta.
“Tengo una discapacidad física. Ésta no me limita para nada, aunque, evidentemente, yo no podría trabajar en obras o en el campo haciendo un ejercicio físico fuerte”, comenta, a la vez que afirma trabajar por aquellas personas que sí encuentran muchas trabas en su día a día.
En 1997 comenzó a trabajar en la FAAM como asesor jurídico, pasando luego por distintas áreas. Sin embargo, su contacto con el asociacionismo comenzó cuando tenía 14 años. Lo hizo en el seno de la Asociación de El Saliente. “Yo era vecino, conocido y amigo de toda la vida de Matías García -uno de los fundadores de este colectivo- y él me llevaba con él”, señala. Un contacto que mantuvo en Granada, donde estudió Derecho. Allí estuvo colaborando con asociaciones de niños con discapacidad y de acogida.
Responsabilidad
Sola recuerda el momento en el que se hizo cargo de la Federación Almeriense de Asociaciones de Personas con Discapacidad. “En un principio me imponía muchísimo. Me parecía una responsabilidad muy grande”, confiesa. “Estoy muy contento. Tengo la suerte de tener un equipo de profesionales buenísimo a mi alrededor”, apunta el entrevistado.
“Yo me siento del Llano del Espino -una pedanía del municipio de Albox donde viven sus padres-, albojense y almeriense”, afirma, aunque en realidad nació en un pueblo cerca de París (Francia). Con apenas tres años se vino para España. Ahora vive en Aguadulce y asegura que le encanta este lugar. “Una de las personas más importantes en mi vida, que es mi mujer, es de Dalías y ahora también me siento de allí”, comenta, a la vez que se ríe.
“Yo suelo ir a Albox, al menos, una vez al mes porque si no mi madre se mosquea”, señala con una sonrisa. “Me gusta mucho ir allí”, dice. Aunque reconoce que prefiere la playa, afirma que le gusta ir mucho al campo, so
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