Entre las Avenidas Patria y 6 de diciembre, en la ciudad de Quito, capital de Ecuador, encontramos una curiosidad: un parque llamado El Ejido. Desde siempre ha sido el punto de encuentro y de reunión, aunque poco a poco los bloques de pisos, varios edificios modernos y algunas de las franquicias más importantes del mundo, como McDonalds o KFC, lo han arrinconado. Es el resultado de la creciente modernización que está experimentando Quito, pero el parque todavía guarda su encanto. Es muy difícil arrancar su aroma a viejo, familiar y acogedor. Cada día cientos de personas deciden refugiarse entre sus árboles y caminos, buscando evadirse de la realidad bajo el amparo de un lugar que ha sido testigo mudo de muchas revoluciones, tanto políticas como personales.
Pabellón
Es inevitable, a pesar de la distancia, no comparar mentalmente este lugar con el parque del Pabellón de “nuestro” El Ejido (concretamente, el parque Municipal). Ambos parajes disfrutan cuando los niños los invaden para jugar al fútbol, cuando los vecinos aprovechan su estructura para hacer running o cuando son cómplices de primeros besos, abrazos robados y promesas de amor eterno entre enamorados. Y también desilusiones, llantos y rupturas, es ley de vida, de la vida que estos lugares emanan cada jornada.
Gran actividad
En el parque El Ejido de Quito, también hay rincones destinados a la soledad, donde acuden artistas, poetas y escritores para buscar a la musa. Y para secretas reuniones donde los quiteños intentan arreglar el mundo entre partidas de naipes o cocos (juego tradicional que consiste en sacar bolas grandes de metal del interior de un círculo).
Los fines de semana la actividad se multiplica, convirtiéndose en un gran mercado artesanal donde los artistas locales muestran sus óleos y creaciones, y coleccionistas de antigüedades intentan encontrar algún tesoro entre puesto y puesto mientras escuchan música o chistes de los artistas callejeros que anhelan ser descubiertos por algún promotor.
Y como cualquier parque que se precie, también hay espacio para el deporte, con improvisados partidos de voleibol y fútbol entre las casi 1500 especies de plantas nativas como palmeras, cholanes y alisos que decoran sus caminos y veredas.
Monumentos
También tiene ilustres habitantes como el General Eloy Alfaro, incinerado en enero de 1912, cuyo recuerdo sigue vivo con la edificación de la “Llama Eterna”; una biblioteca familiar situada justo en el centro, donde acuden familias y niños a disfrutar de la lectura bajo la protección de la magestuosa Puerta de la Circasiana con su arco de piedra de 8 metros de alto provisto de grabados renacentistas; un palacio que se usa como sala de exposiciones, seis instalaciones hidrosanitarias y un recinto que ejerce de teatro en el que tienen cabida las diferentes manifestaciones artísticas.
Palacio El Ejido La ciudad de Quito nos tenía reservada una nueva sorpresa que también tiene que ver con El Ejido. Un impresionante palacio que sirve de residencia oficial de la familia real y además es sede del gobierno del Reino de Quito. Es el edificio barroco más grande de América y uno de los tres palacios reales más grandes del continente americano, junto al Palacio Imperial de Petrópolis (Brasil), y el de Chapultepec (México). Fue construido sobre una hacienda (también llamada El Ejido) en 1835 y perteneció al Marqués de Solanda, padre de la emperatriz Mariana. Ese terreno era ideal para el pastoreo de ovejas, por lo que el marqués, Felipe Carcelén de Guevara y Sánchez de Orellana, que también fue el primer alcalde de Quito, lo adquirió en 1824. Cuando muere, todo pasa a manos de su hija, quien lo deja en desuso a pesar de su cercanía a la ciudad (apenas veinte minutos). Mariana, al casarse, decide establecer su residencia en otro palacio, el de Carondelet.
Jardines
Sin duda, su conjunto es uno de los más bellos del mundo debido a la aportación de varios jardineros a lo largo de las décadas. En ellos se ubican diversos emplazamientos más propios de la nobleza europea como La Casa de los Cortesanos, la de los Empleados, una torre medieval y el llamado Nuevo Pabellón de Caza. ¿Les han entrado ganas de visitarlo? Preparen sus maletas.
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