Un campo de fútbol en la alta competición no es un confesionario, aquí si alguien perdona recibe una penitencia que puede ser calificada de cruel pero no hace nada más que demostrar que las ocasiones o se aprovechan o no se gana.
La UD Almería jugó en el antiguo Ramón de Carranza un soberano partido mientras que tuvo sobre el césped a dos futbolistas como Melero y Robertone que estaban marcando diferencias. Los cambios introducidos por Rubi, seguramente por el cansancio acumulado en ambos jugadores por el gran esfuerzo realizado, junto con la salida del local Lucas Pérez llevaron el encuentro a una igualada que no se correspondía con el fútbol practicado por uno y otro conjunto pero sí con la eficacia. Y es que el noble y apasionante deporte del balompié goles son amores y no valen las buenas razones.
Ensayo
Estaba claro que el técnico del cuadro almeriense había realizado en el duelo amistoso frente a la Lazio un ensayo general a puerta abierta para la final de Cádiz. Únicamente un cambio respecto al once disputado ante los italianos con Baptistao entrando en la banda derecha en lugar de Lázaro.
En el primer cuarto los dos equipos se dedicaron a estudiarse, sin grandes alegrías, y con poca capacidad para inquietar a los metas rivales. Un disparo de Ramazani detenido por Ledesma y un gol anulado a Ocampo por falta previa a Robertone, fueron las dos únicas oportunidades por parte de ambas escuadras.
Llamada
El tanto anulado actuó como llamada a zafarrancho de combate por parte del Almería. Con Melero y Robertone convertidos en dueños y señores de la zona ancha, con el equipo robando balones en los intentos de salida del rival y con las ideas muy claras a la hora de escoger los caminos correctos para llegar al área local el coliseo gaditano enmudeció.
El Almería llegaba con una facilidad insultante al área contraria, pero ese último pase que siempre marca diferencias no llegaba. Tuvo que ser el más listo de la clase, Gonzalo Melero, el que desatascase el conducto que conducía a la red de Ledesma con un sensacional disparo por la escuadra. Se había hecho lo más complicado, ponerse por delante, ahora quedaba echar el resto para conseguir el primer triunfo. Sin agobios se llegó al descanso.
No rematar
En la segunda mitad el Almería, mientras sus dos perlas en la medular estuvieron en el terreno de juego ofreció un recital. Maniató al rival, superó su línea de presión para plantarse en ventaja en la frontal del área, pero falló una y otra vez a la hora de la verdad, en los lances en los que los elegidos, como era Sadiq, sientan cátedra.
Perdonó el Almería, disparo al palo incluido, y en una acción marcada por la falta de contundencia en el área propia Lucas Pérez dejaba el duelo en tablas. Lozano por los locales y Arnau por los nuestros pudieron desequilibrar en el último minuto.
El árbitro
El partido contó con la dirección de Martínez Munuera. En Cádiz se ha roto en parte la maldición del Almería con el trencilla valenciano ya que había perdido en sus dos anteriores compromisos, pero sigue sin ganar. En el resultado final del choque no tuvo ninguna intervención el árbitro de la territorial valenciana. Completó una gran actuación demostrando su condición de internacional, dejando jugar y contribuyendo a dar espectáculo. En esta oportunidad hay que destacar la intervención de Estrada Fernández desde el VAR que en el minuto 22 llamó al árbitro principal para analizar una falta cometida por Fali sobre Robertone que dio origen a un gran gol de Ocampo; por lo que el tanto no subió al marcador.
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