Uno de los capitanes y pesos pesados en el vestuario del Almería, Adri Embarba, apelaba al orgullo como antes hicieron otros compañeros de vestuario o el mismísimo entrenador Gaizka Garitano. Eso que se llama orgullo se tiene que poner desde la jornada uno en el campo y por mucho que lo citen los profesionales no cala en una afición desencantada que asimila el ridículo continental siendo el peor colista de Europa. Lo de jugar por el orgullo queda bien a las puertas de otro partido en casa para que los aficionados estén tranquilos. Es el mensaje más utilizado cuando se acaban todos los calificativos. No hay nada que decir a los que acuden a la grada y no saben como invitarlos al campo tras 27 jornadas de pobreza deportiva. La plantilla no habla de ridículo histórico ni entona el mea culpa. Ellos ahora tienen once jornadas para buscar una salida a su situación laboral y evitar un recorte de salario. Ellos, los que pusieron al Almería en la cola ahora apelan al orgullo para lo injustificable. Han tenido tiempo para mejorar la situación y tres entrenadores que también han llamado a eso que se llama orgullo cuando en el fútbol profesional solo cuenta ganar. Mal asunto que se hable de orgullo en un equipo.
Si Embarba como antes Garitano apelan al orgullo tras el partido de Balaídos es que no queda nada que hacer y el Almería en un mes será equipo de Segunda División. Es de agradecer el mensaje y que salgan a dar la cara los profesionales pero no convencen a nadie y la situación no tiene arreglo por mucho que se apele al orgullo, al escudo, a la afición o a la ciudad.
Si ese orgullo que ahora se pregona se hubiese puesto en el campo en la jornada uno igual ahora el Almería estaría salvado en la peor Liga de los últimos años con unos números pobres para salvar la categoría. El equipo de Rubi se hubiese salvado del descenso con la gorra en esta campaña sin necesidad de orgullo para justificar un ridículo sin precedentes. La manida palabra histórico, se queda cotar para evaluar la situación.
Orgullo
Cuando la palabra orgullo sale a escena en el fútbol, mal asunto. Es ese clavo ardiendo al que agarrarse para acabar la campaña en paz y que no haya mucho lío con la afición. Tienen suerte los profesionales del Almería cuando asisten a una grada que es cariñosa y siente los colores. Nadie se rinde en la butaca mientras los jugadores son incapaces de ganar.
Orgullo por el Almería es lo que sienten sus abonados y aficionados asistiendo a una temporada con 27 partidos celebrados y ni una sola alegría en forma de victoria. Siempre se está cerca de ganar como dice Garitano pero nunca se llega a conseguir el objetivo.
Escudo
El respeto a la camiseta y al escudo es lo mínimo que se le exige a los profesionales y a día de hoy el vestuario no ha manchado el honor y hacen lo que pueden para ganar partidos pero no les llega. En el campo solo están los profesionales y a ellos toca defender con honor el escudo.
Los jefes no aparecen ante la temporada horrible y hablan lo justo mientras que no paran de salir en la foto los trabajadores de la entidad. Esos futbolistas que tienen que dar la cara en el césped y en la sala de prensa para justificar un ridículo sin precedentes.
Ciudad
Cuando Garitano dice que "toca seguir por la ciudad" es como lo del orgullo de sus futbolistas. No tienen nada que decir y hace jornadas que se quedaba sin calificativos ante una situación que marca su carrera como entrenador, Pocos entrenadores pueden contar la racha de Garitano.
La ciudad a la que se apela, como el orgullo de Embarba siguen intachables a nivel de calle y se mantiene la fidelidad al Almería pero conscientes de que la situación la han generado unos profesionales que debieron poner el orgullo en la jornada uno.
Desde el Almería 0 Rayo Vallecano 2 se debió poner el orgullo.
Cuando se apela al orgullo es que la cosa no tiene arreglo.
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