“A los maestros les da miedo la poesía”

Ana María Romero Yebra acaba de publicar ‘Versos en la mochila’ y con él vuelve a visitar colegios y bibliotecas, recordando sus 40 años como maestra

La escritora vuelve, cuando puede, a su barrio. e;clip:rect(469
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Marta Rubí
01:00 • 12 may. 2014

Tiene Ana María tres hijas. Dos que viven en Madrid, donde ella también nació, y una tercera llamada ‘Hormiguita negra’, su primera obra de poesía infantil y la que le lanzó a una prolífica carrera como escritora de cabecera de cientos de niños. En este primer libro para niños (tras dos para adultos), reunió diferentes poemas que había escrito para sus propios alumnos. “Buscaba poesías para leer en clase y la verdad es que me costaba encontrar algo que me gustara. Al incluir las mías y ver que los chicos las elegían como sus favoritas, decidí publicarlas”, rememora. 




Envió la recopilación pero su primer título ‘Versos de caramelo’, no gustó. “Me sugirieron llamarlo como el primer poema. Y lleva así 18 ediciones. Edelvives va a sacar ahora otra más”. 




Así que el Salón del Libro Infantil de Madrid decidió homenajear a la autora y hace unos meses reunió allí  a editores, autores, familia, amigos y antiguos alumnos. “Me engañaron totalmente, creía que iba a tener un encuentro con niños y de repente..., fue muy emocionante”, cuenta.




Anarquía En esta efeméride, tocaba mirar atrás -“me asusta pensar lo mayor que soy”, dice riendo-. Elige para hacerlo una cafetería de su barrio de siempre, junto a la Biblioteca Villaespesa, y donde ella suele empezar “con una tapa de ensaladilla”. Aunque, confiesa, no es una mujer de costumbres: “Cuando un escritor me cuenta que se impone un horario de oficina para trabajar, me da muchísima envidia. Yo soy totalmente anárquica”.  




Más aún desde que se jubilara como maestra y se mudara de la capital a San José. “Se empeñó mi marido y cambiamos nuestra casa de Almería por otra en Madrid, donde viven nuestras hijas”. Pero a Ana María no le hace falta la luz del parque natural para inspirarse. “No depende del sitio, sino del día. Si te levantas inspirada, se te ocurren cosas en un atasco”. Además, como buena madrileña se define como “mujer de asfalto”. Así que no es raro verla en Almería “viendo escaparates” tras escaparse de San José. “Eso sí, participo cada vez menos de la vida cultural. Pero desde fuera veo que se hacen muchas cosas. Seguimos los de siempre y hay jóvenes muy buenos”. 




Cuando alguien se lo pide -como en el caso de esta entrevista- no duda en coger el coche, quizá con alguno de sus libros en la guantera para ofrecer como regalo, quizá con una ‘mochila de versos’ (como los de su último libro) para recitar a los niños en los colegios. “Tengo muchos amigos entre mis compañeros maestros que me invitan, aunque cada vez está más difícil trabajar un autor en clase, y menos si es poesía, que da más miedo a los maestros”. La razón: “Se evita hacer a los niños comprar más libros y, si se hace, se suele elegir narrativa, que parece que cunde más. Pero la vida ya nos da suficiente narrativa”. 




Por ello, Ana María es firme defensora de la necesidad de la poesía en la educación primaria. “Hace que el niño descubra lo que tiene alrededor de la manera más hermosa” al hacerle partícipe de un “lenguaje de sentimientos y emociones”. Por su experiencia, sabe que la poesía puede incluso “ayudar a un niño al que le cuesta leer, que ve en un poema un texto que puede abarcar, que consigue memorizar y le da soltura; a mí me ha ido muy bien con esta técnica”, revela. 




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