En tu libro cuentas la historia de Carlota, recién divorciada que descubre el sexo como algo transformador en su vida...
Absolutamente. Cuando tienes una pareja sexual única crees que el sexo que practicas es normal y cuando uno se separa es como un toro saliendo del toril. El libro empieza con una reflexión: ella le pregunta a su marido si es buena en la cama, porque no sabe si lo es, si el sexo que practica es normal...
Aplicaciones de ligar como Tinder dicen que están frivolizando las relaciones. En el libro, la amiga de Carlota, Eva, es usuaria y no se siente muy feliz. ¿Crees que le sucede a muchas personas?
Sí. Internet ha cambiado radicalmente la manera de relacionarlos, para bien y para mal. Por un lado, si no quieres estar solo lo puedes solucionar. Tinder es la barra del bar del siglo XXI. Pero ha frivolizado enormemente las relaciones y el sexo. Es como las camisetas de Primark, de usar y tirar.
’50 sombras de Grey’ vende un erotismo basado en el poder y el dinero de un hombre y su gusto por el sado, algo no muy habitual. En tu libro, ¿te acercas a una realidad más cotidiana?
Sí, quería enseñar el sexo tal y como es. También contiene situaciones aspiracionales, porque la literatura debe excitar la imaginación: no puedes poner que la escena tuvo lugar en una pensión... (risas). ‘50 sombras de Grey’ me gustó, la leyeron millones de mujeres y se quitó la vergüenza de leer novela erótica. Sin embargo, el sexo de mi novela es muy real, huyo de los eufemismos y utilizo lenguaje sucio, real. Si tienes que decir follar pues lo dices, porque si no no vas a ser creíble. En otras novelas del género pueden decir “se liberó su elección” y eso, la verdad, corta el rollo. Mi objetivo es que las mujeres se sientan identificadas, que se rían y por supuesto que se exciten. Y que luego quieran copiar ciertas cosas para hacer con sus maridos o parejas.
Me decía la sexóloga Laura Cruz que el pudor y la culpa están muy presentes en la sociedad, hasta el punto de que a muchos les incomoda hablar de sexo...
Estoy de acuerdo. Todavía hay sexualidades reprimidas. Es la hora de que el sexo salga del armario, sin tabúes de ningún tipo. Hay quien le da sentimiento de culpa el hecho de masturbarse o que le guste bastante el sexo. Hay madres a las que le gusta mucho y luego se sienten mal en su papel de madres. Incluso para las mujeres más liberadas las masturbación sigue siendo un tabú. Hablar de sexo es fundamental para tener buen sexo, porque todo empieza y acaba en la cama.
Se dice que el Eros es la vida y el Tánatos la muerte. Cuando se arrincona el Eros, ¿la vida se vuelve más gris, como le ocurrió a Carlota en su matrimonio?
Sí. Sin sexo no se puede vivir. Una amiga mía dice que el sexo da alegría. Libera endorfinas. Después de un buen polvo te quieres comer el mundo. No para todo el mundo es igual, claro. Pero sí creo que a los hombres les gusta menos el sexo de lo que dicen y a las mujeres mucho más de lo que dicen. Y veo que hoy la mujer se está empoderando y tomando la iniciativa.
¿Las mujeres sentís la presión de tener cuerpos perfectos?
Sí, ya está bien de la tiranía de los cuerpos perfectos. Quien nos quiere no se preocupa por eso. Carlota está acomplejada por su poco pecho, por la tripa..., pero resulta muy atractiva porque tiene actitud. Puedes ser quien quieras trabajándotelo.
Woody Allen decía que el sexo es sucio solo si se hace bien.
¡Sí! (risas). Freud por el sexo, Allen por el humor y la Barbie por la frivolidad son mis referencias. Reivindico la frivolidad, reírse y poder ser superficial. No veas cómo puede cambiar el sexo cuando dices palabras que no utilizarías el resto del tiempo.
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