Desgraciadamente Almería también sufrió en sus carnes las andanzas de un enajenado sujeto quien hace treinta y tres años sembró el caos y el desconcierto entre numerosos vecinos de la barriada de San Luís de la capital. La Policía llegó en aquella ocasión a imputarle a este individuo hasta cinco delitos de agresiones sexuales a menores de edad. En este caso para poner fin al asunto la Policía tuvo que emplearse a fondo. La trágica historia que documenta este relato tuvo su final feliz, la tarde noche del 28 de marzo de 1990, cuando los agentes del Grupo IV de la Brigada de Policía Judicial de la Comisaría de Almería detenían a un hombre de 57 años de edad acusado como presunto autor de distintas violaciones y abusos deshonestos a menores, cuyo último caso denunciado fue cometido unas semanas a una niña de seis años residente en el barrio. Sin oponer resistencia ante las pruebas presentadas por la Policía, el sujeto, una vez en las dependencias del Grupo IV confesaba ante los agentes encargados del caso la autoría de los hechos.
Según sus manifestaciones, el sujeto “captaba” a los pequeños a la salida del colegio y a base de artimañas y engaños se los llevaba hasta un antiguo edificio semiderruido situado en la zona de la Haza de Acosta. El pederasta fue posteriormente plenamente identificado en una rueda de reconocimiento por los niños. Los agentes lo interceptaron en la calle Sierra de Fuente Victoria de la barriada de Piedras Redondas cuando se dirigía a casa de un familiar. Una vez puesto a disposición de las autoridades judiciales, el juez instructor decretó su inmediato ingreso en el centro penitenciario de Acebuche. Según se comentó entonces, el sujeto por mediación de su abogado había llegado a solicitar el pago de una fianza a cambio de su libertad, petición que fue rechazada de plano por el juez instructor de la causa.
Curiosamente, tres días más tarde, el 31 de marzo, fue la Guardia Civil quien después de otra denuncia detuvo en un cortijo de La Mojonera a un ciudadano marroquí por otros hechos similares. La victima en esta ocasión fue una menor de doce años, disminuida psíquica a quien el individuo de manera reiterada según denunciaron entonces los padres, había abusado de la menor. La Guardia Civil trabajó sin éxito en demostrar la posible participación de este sujeto en otro hecho similar ocurrido el 28 de enero en El Ejido, cuya victima fue otra niña de 12 años violado por un individuo de características morfológicas similares y a la que retuvo durante varias horas en un cortijo cercano a esta localidad.
Estos pedófilos en más del 90% son varones y en el 70% de los casos superan los 35 años de edad. Suelen tratarse de profesionales cualificados y con frecuencia tienen o buscan trabajo o actividades, que les permitan estar cerca de los niños. Su nivel social es medio o medio-alto. En el 75% de los casos no tienen antecedentes penales. Su nivel de reincidencia es altísimo, aun después de ser descubiertos y condenados. No suelen ser conflictivos en la cárcel y muestran buen comportamiento (en la cárcel no hay niños). No reconocen los hechos ni asumen su responsabilidad. Normalmente tienen una familia a su cargo, y con frecuencia hijos pequeños. En un 30% de los casos puede tratarse incluso del padre, el tío o el abuelo de la, víctima. Su nivel de reincidencia es muy alto aun después de ser descubiertos y condenados.
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