“La saeta es el cante hecho oración, una conversación de tú a tú con la imagen”

Entrevista con la cantaora Ana Mar García de Quero

Ana Mar García de Quero, cantando una saeta durante esta Semana Santa.
Ana Mar García de Quero, cantando una saeta durante esta Semana Santa. Fran Muñoz
Guillermo Fuertes
07:00 • 07 may. 2019

Se ha criado, prácticamente, en la peña El Morato, donde su madre es la presidenta, y su padre canta y acompaña al toque a todo el que acuda, incluidos muchos de los grandes nombres del arte jondo. Hizo Profesional de violín en el Conservatorio de Almería, y también se diplomó en Magisterio Musical. Ahora está en Córdoba, donde estudia Cante Flamenco y Flamencología. Pero en Semana Santa volvió a su tierra e hizo vibrar a muchos con sus saetas frente a las imágenes de la Pasión.



¿Qué la ha llevado a Córdoba, cómo le va allí?
Muy bien, muy contenta. Trabajo y estudio. Cuando aprobé las oposiciones de maestra elegí Córdoba porque en su Conservatorio Superior de Música es el único sitio donde se puede estudiar Cante Flamenco como carrera universitaria. Termino este año. Y a mitad de la carrera decidí que, como también está aquí la especialidad de Flamencología, debía aprovechar y estudiarla, para tener una formación mas completa.



Claro.
Han sido cuatro años muy felices, de aprendizaje tanto académico como personal, porque aquí hay muchos guitarristas y cantaores brutales. He hecho un estudio del cante muy amplio.



Usted el flamenco lo lleva casi en el ADN...
Sí, pero a pesar de que siempre ha estado en casa, yo lo veía un poco como... Estaba ahí, y no le prestaba atención. Me aficioné a raíz de empezar a ir a la peña y oírlo en directo, que es la clave de todo. Escuchar en directo la música, en general, es un mundo totalmente distinto a escucharla en un disco. Pero la actuación del flamenco, mas. Es tan espiritual y emocional… Y cuando lo ves en una peña, de cerca, y puedes empatizar con lo que está diciendo el cantaor… Ahí fue cuando empezó mi afición, ya con 17 añillos, o así. Y dije: “Dios mío de mi vida, qué cosa mas maravillosa, yo me quiero dedicar a esto”.



Y empezó a cantar en la peña. En El Morato cantan los grandes, pero también se acoge a los que empiezan.
Sí. Yo siempre he cantado, pero me daba mucha vergüenza. Y allí, poco a poco, cuando se juntaban los aficionados, empecé a aprender mis letritas por tangos, por soleá, nos juntábamos... Estar en la peña ha sido maravilloso, he visto allí a gente que, por edad, tal vez, ya no estaban subiendo a los escenarios...



Es cierto. ¿Y cómo se siente ahora cantando?
Hombre, ya me siento mas cómoda. Pero eso no quita que… Imagínate que he montado una malagueña nueva; por mucho que la haya estudiado y cantado en casa, cuando estás en el escenario… Pero sí, realmente es lo que mas me gusta hacer.



Pero estudió violín.
La verdad es que yo no recuerdo cómo me vino esa inspiración. Mi padre cuenta que, cuando era chica, que él tocaba en el grupo Jara, y en otro, iba con ellos una chelista, y que ese instrumento me fascinó. Pero él lo veía un poco grande para una niña, y me enseñó el violín, cómo sonaba, y me gustó. Queda muy bien con el flamenco, pues, al final, es un instrumento de cuerda, y con la guitarra queda una sonoridad muy bonita.



¿Y las saetas, cómo empezó a cantarlas?
Yo empecé a cantar saetas antes que flamenco. Tú piensa que yo, desde que era bebé, siempre en Semana Santa con mis padres, una procesión con otra, escuchándolo, y a todos los cantaores… La saeta sí es un cante que yo llevaba dentro, y no lo sabía. Hasta que, en 2008, una amiga me dijo: “¿Y por qué no cantas?”. Yo dudaba, y primero fui a ver a mi padre, se la canté y me dijo: “Pues está muy bien”. Esa noche le canté a la Soledad cuando se encerró, y el año siguiente ya empecé a cantar saetas con la peña. Este ha sido mi décimo año.


¿Qué es una saeta?

Ufff, qué difícil. Es el cante hecho oración. La que normalmente yo canto, y que se suele cantar, es la saeta por seguiriya. Pero, mas allá de todo, es un sentimiento. Cuando se detiene el paso, se calla la gente, el incienso, los nervios, la imagen… Claro, yo te hablo de forma personal, cada cantaor tiene su forma. Pero ese momento en el que se produce una conversación de tú a tú con la imagen, de emociones que llevas dentro y vas a sacar en forma de cante. A mí la saeta se me rompe, la canto con mucha fuerza, pero es que lo siento así. No puedo cantarla toda bonita, melodiosa, no es mi forma de vivirla...


Es así.
Me gusta cantarles a todos, pero en especial al Gran Poder. Pero, no sé, este año, por unas cosas u otras, he vivido muy a flor de piel la Semana Santa. Y me he dado cuenta de que he cantado todo a cristos. Solo le he cantado a una virgen, la Macarena. No sé por qué este año he tenido esa cosa de cantarle al Señor…


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