Exactamente en la frontera donde confluyen la literatura y el cine es donde habita Rocío Juárez (Almería, 1980). Cineasta y actriz por formación y vocación que ahora desembarca en el mundo de las letras por pura pasión para traer a las librerías su primera novela: ‘Septem’ (Guante Blanco), un recorrido por el imaginario recreado por El Bosco en su ‘Mesa de los pecados capitales’.
¿Cómo ocurre este paso de las cámaras a los libros?
Viene porque a mí me apasiona escribir. Yo empecé en el mundo del cine, en la interpretación, pero poco a poco me fui dando cuenta de que lo que necesitaba decir estaba en los guiones y en los relatos con los que participaba en concursos. Precisamente ‘Septem’ empezó con un certamen de microrrelatos organizado por Círculo Rojo. Cuando lo escribí me vino a la mente un guion. Pensaba que había algo más y me di cuenta de que había personajes que tenían que conocerse y al final salió el libro. La novela es muy cinematográfica por cómo está contada, esa parte también se ve reflejada.
¿Se parecen en algo la creación literaria y la cinematográfica?
Para mí confluyen en la visión de la historia. Cuando estoy escribiendo visualizo muchísimo. Ahí está el momento de la unión, y la gente lo nota cuando lee. Cuando tú haces un guion, la parte de la descripción te la da la imagen, pero en un libro no. Ahí es donde está el punto de inflexión de esas dos artes, en que cuando leas sepas perfectamente qué es lo que está pasando.
La novela tienen el pecado y el juicio final como temas principales. ¿Existe aún miedo al castigo divino?
Yo creo que sí. El miedo a qué va a pasar si hago algo, si es políticamente correcto. El juicio final al que nos enfrentaremos en el que cada uno tiene su propia visión. Pero yo creo que sí, que, en el fondo, todos pensamos que, en función de qué es correcto y qué no, así será el final de cada uno.
Tal y como lo explicas, más que al pecado, parece que ese temor es al qué dirán y al juicio público y terrenal.
Por un lado, cuando estamos aquí, pensamos en ese juicio público, pero yo creo que cuando llegue el momento final, que nos va a llegar a todos, quizás eso quede a un lado y empezaremos a reflexionar cuál es ese bien o mal que nos espera según lo que hayamos hecho.
¿Se puede creer en eso incluso no siendo religioso?
La idea del bien y del mal es universal. En el amplio sentido de la palabra, todos tenemos conciencia de qué es cada cosa. No es que el pecado sea malo en sí mismo, yo creo que lo malo es el nivel al que lo llevamos o cómo dejamos que ese pecado nos domine.
Pero, sin esa concepción de la vida después de la muerte, no hay temor .
Te compro esa idea, pero en el libro también se hablan de las experiencias cercanas a la muerte a las que la ciencia cada vez se acerca más. Ese momento en un “limbo” en el que la gente ha sentido cosas. Personas que ven una luz e identifican a Dios o a alguien con quien tienen una deuda pendiente. No solo hablamos de qué pasará y si irás al cielo si has sido bueno o al infierno si has sido malo, sino de esas experiencias científicas. Como amante del arte y del misterio también se puede interpretar el libro.
¿Es peor ese que se muestra en la obra o el que se puede tener en vida?
Si me lo preguntas ahora mismo, te digo que el que vives ahora, porque eres consciente de él. El que yo estoy viendo a través de ese cuadro es lo que yo creo que puede pasar. Siempre te queda la duda, por eso pienso que este es el que más me preocupa (risas).
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