Miguel Ángel Bueno está a punto de salir victorioso de la doble batalla que ha librado en los últimos días: contra el Covid-19 y el miedo a la soledad que a todos nos acecha, y más en tiempos de pandemia. El almeriense de 31 años recibirá muy pronto el alta del Hospital Torrecárdenas, donde permanece aislado en la quinta planta desde hace una semana. “Estoy aislado, pero nunca solo”, explica a LA VOZ.
El joven con síndrome de Down ha recuperado la sonrisa tras reponerse de la fiebre y el dolor de barriga que lo han mantenido muy flojo y pegado a la cama. “Me queda muy poquito para volver a casa; la comida no está mal, pero estoy deseando volver a probar la de mi madre”, contesta con picardía cuando se le pregunta si ha recobrado el apetito.
Miguel Ángel no es consciente del reto que acaba de superar, y no solo por haber vencido al temido coronavirus. “Ningún joven de Asalsido habría sido capaz de estar aislado como él”, apunta su madre, Isabel Granados, en referencia a la Asociación Almeriense para el Síndrome de Down de la que su familia es usuaria desde su fundación.
Lo cierto es que a la hora de sobrellevar el encierro en la habitación del hospital, Bueno ha contado con el calor de todos sus seres queridos: de sus compañeros de Clece, donde tiene un contrato indefinido, a sus amigos de Asalsido y de su pueblo, Padules, pasando por profesores, familia y hasta el mismísimo alcalde, Ramón Fernández-Pacheco. “El alcalde me ha mandado mucho ánimo y me ha dicho que a ver cuándo nos vemos, que le gustan mucho mis abrazos”, cuenta lleno de orgullo.
Las videollamadas se han convertido en su ventana al exterior, el modo en que toda la gente que lo estima ha estado a su lado también en las malas, como debe ser. “Todos los que me quieren me han dado ánimos”, indica.
¿Y qué será lo primero que hagas cuando llegues a casa? “Tengo ganas de afeitarme”, responde con coquetería.
Videoconferencias
“Miguel es súper querido, ha estado solo, pero la verdad es que no lo está porque se pasa el día entero de videoconferencias”, subraya su madre, que quiso quedarse con él en el hospital, pero no pudo por el protocolo establecido.
Aunque su hijo vive en Almería en un piso tutelado, cuando se decretó el estado de alarma a mediados de marzo, se trasladó a Padules a la residencia familiar. Unos días después, empezó a tener fiebre y, como no se le quitaba, lo llevaron al hospital, donde ya se quedó ingresado.
“Su padre y yo estamos aislados y mi hija igual porque vivimos en un pueblo pequeño y se puede armar; gracias a Dios, todos estamos bien, las primeras noches él estuvo muy triste, pero ha sido un niño súper fuerte y yo estoy agradecida a muchísima gente, incluido el administrativo, que pone la tablet para que podamos verlo y hablar con él”, relata Isabel Granados.
Su historia con Miguel es de superación y parte de los logros de la vida totalmente autónoma que ahora lleva su hijo se deben a la valentía de esta madre coraje.
“Con tres años me lo llevé a Almería y es un chico que es de todos, porque ha estado con mucha gente y se ha hecho querer”, expresa la madre, que no deja de repetir que Asalsido es una familia y que su hijo no ha hecho otra cosa que darle lecciones desde que nació. La última lección nos la ha dado a todos.
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