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Historias almerienses sobre el paisaje (I): A la defensiva
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Historias almerienses sobre el paisaje (II): Laderas y balates
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Historias almerienses sobre el paisaje (III): Un modelo de sedimentación humana
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Historias almerienses sobre el paisaje (IV): Un sotavento mediterráneo
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Historias almerienses sobre paisaje (V): El “gobierno” del agua
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Historias almerienses sobre el paisaje (VI): El gran vacío del sureste
Los almerienses hemos sido los primeros sorprendidos por la gran mutación, tanto física como socioeconómica, que se ha producido en nuestro “solar” en las últimas décadas. Al evidente avance socioeconómico, verificable a partir de indicadores del desarrollo económico y demográfico, no hemos dudado en denominarlo “milagro”, expresion poco afortunada, a mi juicio, puesto que parece aludir a una intervención sobrenatural que quitaría algo de mérito al abnegado trabajo colectivo que está en la base de esas transformaciones.
En lo que se refiere al despliegue físico (el conjunto de cambios en los usos del suelo), la sorpresa se mezcla con el estupor, y aún no hemos sido capaces de asimilar la naturaleza de dichas mutaciones. Nos cuesta trabajo comprender y, en consecuencia, denominar certeramente, los modelos urbanísticos y territoriales que se van consolidando en nuestro entorno.
ALPO
Hoy vamos a detenernos en lo que podemos llamar “región urbana Almería-Poniente”, una entidad de unos 500.000 habitantes (dos tercios de la población provincial) que multiplica por 0,6 su población estival, hasta alcanzar los 800.000 residentes.
Para hablar con propiedad de una región urbana no basta con la suma de los habitantes o visitantes de los municipios que la integran: debe darse una relación interna que constituya un mercado unitario de vivienda, trabajo y servicios.
La relación vivienda- trabajo queda dibujada con unos pocos datos. En los listados de la Seguridad Social, puede observarse que en la ciudad de Almería se localizan 25.000 puestos de trabajo del epígrafe “función pública”. Pero solo 15.000 se cubren con residentes en la ciudad. En Roquetas de Mar residen 4.700 activos de esa misma rama de actividad, pero solo 2.500 desarrollan su trabajo en ese municipio.
En cuanto al mercado de servicios, es muy interesante apreciar el despliegue de polígonos y parques terciarios y grandes superficies comerciales en torno a los diferentes enlaces de la Autovía, desde El Ejido hasta Viator.
Con todo, el principal indicador de esas relaciones son los desplazamientos internos de la “región”, que está claramente articulada por la Autovía del Mediterráneo E-15 (A-7).
Una isla urbana
Todas las estaciones de aforo de la E-15 entre El Ejido y Viator presentan una IMD por encima de 30.000 veh/día. El punto de mayor intensidad se sitúa entre Almería y Aguadulce, con casi 60.000 veh/día, sumando los aforos de la Autovía y los de la N-340a. El resto de las estaciones de la provincia señalan intensidades por debajo de 20.000 veh/día. Esta región urbana constituye una isla de densidad, no solo respecto al resto de la provincia. Desde Algeciras a la frontera con Francia, los dos mínimos de IMD se localizan en la provincia de Almería (12.896 veh/día junto al límite con Granada y 13.867 veh/día en el término de Sorbas). ALPO queda así perfectamente aislada, no por falta de infraestructuras, sino por la presencia de un profundo vacío que la rodea.
El efecto “Cañarete”
A pesar de todas las evidencias estadísticas y del gran número de desplazamientos que se producen, no existe una conciencia entre sus habitantes de pertenecer a un hecho urbano unitario. Inercias culturales, la falta de literatura científica sobre este hecho o la discontinuidad perceptual que producen los acantilados del Cañarete pueden ser causas de esta situación, que resultaría anecdótica si no fuera porque para la ordenación del territorio, nuestra región urbana está dividida en dos ámbitos de planificación subregional: el Poniente por un lado, y la aglomeración urbana de Almería, por otro. Dos ámbitos de planificación distintos, separados en el punto que indica la mayor conectividad e interrelación en muchos kilómetros a la redonda.
Sin que pueda achacarse exclusivamente a esta delimitación de ámbitos, lo cierto es que esta región urbana tiene notables carencias en materia de transporte público, en la organización de equipamientos supramunicipales cualificados y en la gestión de un modelo urbanístico y territorial de calidad, precisamente los aspectos para los que se creó la función pública de ordenación del territorio.
La próxima semana, en Virado a Jibia, analizaremos las características del modelo turístico almeriense.
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