Los libros y artículos de Juan José Millás forman parte de nuestra educación sentimental. Acaba de traer a la Feria del Libro de Almería, junto a Juan Luis Arsuaga, su última aventura editorial: ‘La vida contada por un sapiens a un neandertal’ (Alfaguara, 2020). Un libro en el que ciencia y literatura se dan la mano para relatar la historia del ser humano. Pero en esta entrevista, además de hablar de libros, hay tiempo para conversar sobre actualidad, política y, cómo no, la pandemia.
¿Cómo ha afectado la pandemia a Juan José Millás?
Ha sido un año tremendo y muy contradictorio. Hay un sentimiento de haber envejecido del que me estoy desprendiendo ahora porque estoy empezando a salir de nuevo. Para mí la vejez era una cuestión de orden retórico. Sabía que por mi edad era viejo, pero emocionalmente no me había sentido así hasta la pandemia.
Por suerte, esta también ha traído cosas buenísimas. Arsuaga y yo sacamos el libro pensando en que sería un desastre y ha sido un éxito y no solo para nosotros. El sector ha crecido y a los escritores nos ha venido bien porque el encierro nos ha obligado a escribir más, nos ha ensimismado y eso es bueno. Y todo con final feliz, porque al cabo de un año se ha descubierto algo que nos va a poner a salvo.
Cuando los historiadores del futuro investiguen nuestra salud mental en este tiempo, ¿qué conclusión cree que sacarán?
La salud mental es de lo que menos nos hemos ocupado, porque estábamos con la física, la económica y la política. Es una afectación que yo creo que es grande. Realmente es una experiencia que tenemos que digerir.
En las elecciones a la Comunidad de Madrid ha pedido el voto para Recortes Cero, ¿no se siente identificado con ninguno de los otros candidatos? Porque hay unos cuantos.
A mí me seduce la propuesta de Recortes Cero porque habla del futuro y el futuro pasa por el reparto de la riqueza. En el mundo que viene hay una divergencia enorme: la realidad dice que el paro será estructural y fijo porque las nuevas tecnologías crean puestos de trabajos, pero no en la medida en que los eliminan. Ahora sabemos que salen 8.000 personas de la banca, pero es que va a haber mucha gente que va a nacer y a morir sin opción a trabajar. Por lo tanto, la educación tendrá que dirigir a esas personas hacia trabajos comunitarios.
¿Tan rápido va a cambiar el mundo?
En los próximos veinte años el mundo va a cambiar más que en los 10.000 anteriores. ¿Hay alguien pensando en ello? ¿Escuchas a algún político preocupado por esto? No. Los políticos están debatiendo sobre cosas de finales del XIX y principios del XX.
Sería absurdo que tú y yo fuéramos náufragos de una isla y yo acumulara toda la riqueza y te obligara a ti a que vinieras a mendigar. Los 7.000 millones de seres humanos que vivimos en la tierra somos náufragos y es absurdo que el uno por ciento de la población acumule la riqueza.
¿Se ha convertido la política en un ‘Sálvame Deluxe’?
Desde luego y esto nos infantiliza, porque antes cuando ponías estos programas basura, los veías para embrutecerte porque estabas agotado, pero en el fondo había algo que te decía que no eran buenos para tu salud mental. Durante años, la audiencia televisiva era una cosa y las urnas otra y cuando uno dejaba de ver el ‘Sálvame’, se ponía la gorra de ir a votar. Pero ahora audiencia televisiva y votos son lo mismo. Si en la audiencia triunfa el infantilismo, en las urnas igual.
En la campaña a la Comunidad de Madrid estamos viendo discursos completamente infantiles. Imagina a Ángel Gabilondo, catedrático de Metafísica, en ‘Sálvame’. ¿Qué posibilidad tiene de meter su discurso en ese gallinero?
Estamos en una Feria del Libro, ¿cuál fue el título que le hizo lector?
Hubo muchos. Pero la primera novela que yo leí fue ‘Cinco semanas en globo’, de Julio Verne, que cayó en mis manos por casualidad. Sería una exageración decir que me hizo lector, pero sí fue una experiencia lectora que por primera vez me permitió vivir otras vidas.
¿Qué ha aprendido un neandertal como usted de un sapiens como Arsuaga?
He aprendido a mirar la vida de otro modo. Porque la palabra es un órgano de la visión. Cuando tú vas al campo y no sabes nada, ves árboles; pero si vas con un experto, ves abedules, pinos, acacias, robles, encinas... Y ya nunca más volverás a ver el campo como lo veías antes. Después de tener un viaje como el que he hecho con Arsuaga, algo tan sencillo como el paisaje se convierte en un documento.
¿Y a qué debemos temer más los sapiens: a la naturaleza o a nuestra propia estupidez?
A la estupidez humana. Sin ninguna duda.
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