Evaristo Martínez
22:39 • 14 ene. 2012
Los almerienses no cogemos el autobús si tenemos que ir a una localidad vecina: viajamos en la ‘Arsina’. Cuando éramos pequeños disfrutábamos horas y horas montándonos en los ‘cacharricoh’ y nuestras primeras juergas adolescentes fueron en las ‘Cuatrocalleh’. Si estamos a punto de terminar algo diremos que nos queda una ‘chispitilla’, aunque si no vemos la cosa muy clara confesaremos que está ‘entenguerengue’. Utilizamos el ‘fiso’ para envolver regalos, salimos a la calle a ‘hacer un mandaíllo’ (vamos, esto es un ‘ponéh’) y para hacer deporte -sea cual sea- nos calzamos unos ‘tenih’. Tendemos la ropa en el ‘terrao’, desde el que quizás pueda verse el ‘toblerone’, y no conocemos forma más económica de comer bien que ‘tapeáh’.
Todos estos términos, y varios centenares más, se incluyen en el ‘Diccionario del habla almeriense’ (Almuzara), un trabajo en el que Alfredo Leyva (Granada, 1958) recopila, con tanto afán didáctico como sentido del humor, las voces y dichos populares más característicos de la provincia.
“Ya había escrito el ‘Diccionario del habla granaína’, en 2008, y ‘El habla malagueña’, en 2010, y pensé que sería interesante, como broche, escribir el ‘Diccionario del habla almeriense’, cerrando de este modo la trilogía de las hablas del antiguo Reino de Granada”, explica a LA VOZ el autor, funcionario de carrera residente en Málaga con una estrecha vinculación con nuestra tierra. “Almería y su provincia han sido siempre para mí una meta, un lugar privilegiado por su gastronomía, clima, paisaje y paisanaje. He vivido periodos maravillosos en sus encantadores rincones de norte a sur y de este a oeste durante las tres últimas décadas”, cuenta.
La letra, con risas entra
Además de las obras citadas, Alfredo Leyva ha publicado en el Centro de Estudios Moriscos de Andalucía, en revistas literarias y ha participado como ponente en la novena y décima Convención Internacional de Escritores de Lenguas Europeas. Por tanto, ‘Diccionario del habla almeriense’ tiene un gran fondo cultural aunque se presente bajo el disfraz de la ocurrencia. “Podría haber acometido esta empresa sin sentido del humor pero me hubiera costado un gran esfuerzo”, asegura. “No puedo evitar que me sarga ‘er ramalaso granaíno’, eso que llaman ‘malafollá’ y que, a mí, particularmente, me parece una de las características por definición de los ‘granaínos’, que no sólo no me ofende, sino que llevo a gala. La ‘malafollá granaína’ no es sino una forma de humor, a veces ácido, a veces irónico y siempre recurrente”.
Además de ofrecer una impagable colección de vocablos, nombres, expresiones, dichos e incluso platos típicos, la obra de Leyva aborda también las semejanzas y diferencias del habla almeriense con las de otras provincias próximas. “Desde fuera de Andalucía piensan que en el sur todos hablamos de la misma forma. Es más, cuando nos imitan no sólo lo hacen mal sino que adoptan el modelo del bajo Guadalquivir; es decir, que rápidamente sale a relucir un ‘ojú miarma, no le echeh cuentah a mi compare, qu’ehtá acarajotao’”, exclama.
Así, en Andalucía existen tantas variaciones lingüísticas o acentos “como comarcas físicas”, que son notables incluso dentro de los propios límites de la provincia. “La ubicación geográfica de Almería, fronteriza con la comunidad murciana al levante y con la provincia de Granada al poniente, hace que la influencia de éstas sea fácilmente reconocible y particularmente diferenciable. De este modo, en las comarcas del Almanzora y Los Vélez el predominio léxico-fonético es claramente murciano y por ende levantino. Por el contrario, el poniente almeriense linda con la provincia de Granada; es más, en la comarca de las Alpujarras, integrada por ambas, la forma de hablar es muy particular. Entre las zonas de poniente y levante, en las comarcas del Campo de Tabernas, Sierra de los Filabres, Valle del Andarax y Campos de Níjar la forma de hablar se podría decir que es la mezcla de ambas zonas”.
En este sentido, Leyva expone cómo el acento y la pronunciación a la
Todos estos términos, y varios centenares más, se incluyen en el ‘Diccionario del habla almeriense’ (Almuzara), un trabajo en el que Alfredo Leyva (Granada, 1958) recopila, con tanto afán didáctico como sentido del humor, las voces y dichos populares más característicos de la provincia.
“Ya había escrito el ‘Diccionario del habla granaína’, en 2008, y ‘El habla malagueña’, en 2010, y pensé que sería interesante, como broche, escribir el ‘Diccionario del habla almeriense’, cerrando de este modo la trilogía de las hablas del antiguo Reino de Granada”, explica a LA VOZ el autor, funcionario de carrera residente en Málaga con una estrecha vinculación con nuestra tierra. “Almería y su provincia han sido siempre para mí una meta, un lugar privilegiado por su gastronomía, clima, paisaje y paisanaje. He vivido periodos maravillosos en sus encantadores rincones de norte a sur y de este a oeste durante las tres últimas décadas”, cuenta.
La letra, con risas entra
Además de las obras citadas, Alfredo Leyva ha publicado en el Centro de Estudios Moriscos de Andalucía, en revistas literarias y ha participado como ponente en la novena y décima Convención Internacional de Escritores de Lenguas Europeas. Por tanto, ‘Diccionario del habla almeriense’ tiene un gran fondo cultural aunque se presente bajo el disfraz de la ocurrencia. “Podría haber acometido esta empresa sin sentido del humor pero me hubiera costado un gran esfuerzo”, asegura. “No puedo evitar que me sarga ‘er ramalaso granaíno’, eso que llaman ‘malafollá’ y que, a mí, particularmente, me parece una de las características por definición de los ‘granaínos’, que no sólo no me ofende, sino que llevo a gala. La ‘malafollá granaína’ no es sino una forma de humor, a veces ácido, a veces irónico y siempre recurrente”.
Además de ofrecer una impagable colección de vocablos, nombres, expresiones, dichos e incluso platos típicos, la obra de Leyva aborda también las semejanzas y diferencias del habla almeriense con las de otras provincias próximas. “Desde fuera de Andalucía piensan que en el sur todos hablamos de la misma forma. Es más, cuando nos imitan no sólo lo hacen mal sino que adoptan el modelo del bajo Guadalquivir; es decir, que rápidamente sale a relucir un ‘ojú miarma, no le echeh cuentah a mi compare, qu’ehtá acarajotao’”, exclama.
Así, en Andalucía existen tantas variaciones lingüísticas o acentos “como comarcas físicas”, que son notables incluso dentro de los propios límites de la provincia. “La ubicación geográfica de Almería, fronteriza con la comunidad murciana al levante y con la provincia de Granada al poniente, hace que la influencia de éstas sea fácilmente reconocible y particularmente diferenciable. De este modo, en las comarcas del Almanzora y Los Vélez el predominio léxico-fonético es claramente murciano y por ende levantino. Por el contrario, el poniente almeriense linda con la provincia de Granada; es más, en la comarca de las Alpujarras, integrada por ambas, la forma de hablar es muy particular. Entre las zonas de poniente y levante, en las comarcas del Campo de Tabernas, Sierra de los Filabres, Valle del Andarax y Campos de Níjar la forma de hablar se podría decir que es la mezcla de ambas zonas”.
En este sentido, Leyva expone cómo el acento y la pronunciación a la
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