Un salto de Yago Lamela le inspiró ‘8,56’, programada en el Teatro Español. Y el rosco de ‘Pasapalabra’ le sirvió como marco para ‘Empieza por F’, Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca 2021 para noveles. Un texto “luminoso”, dijo el jurado, acerca de “cómo se construyen los afectos”. Nacida a raíz de la muerte de su padre, la obra combina “humor” y “tristeza”. Y de ella hablará su autor, el dramaturgo y director teatral Julio Béjar (Almería, 1987), este miércoles en la UAL. En el futuro próximo de octubre, la SGAE le publica ‘Palomares (la playa de Plutón)’. Y en el presente de este abril que se nos va pide que tiremos por la ventanilla (él va viajando en tren) el protocolario ‘usted’.
Hay niños con una casa en un árbol. Tú tuviste un teatro en su hogar.
Hace dos años, buscando piso en Madrid, encontré una casa que tenía un teatro dentro. Donde debía haber dos habitaciones, el casero construyó una pequeña sala con focos en el techo. Fue un flechazo. Lamentablemente ya no vivo ahí, pero durante dos años viví, dormí y trabajé en un teatro donde poder representar mis proyectos y acoger los de otros compañeros. Tuve la oportunidad de hacer un Festival de Teatro Pijama y acoger propuestas escénicas que ocurrieran en espacios domésticos. Cada espectador que viniera en pijama era invitado a un colacao caliente con galletas al acabar la función. En esta profesión ya hay demasiada precariedad, prisa, hostilidad y autoexplotación, y en El Teatro de la Vida pude hacer las cosas desde otro lugar, con cariño y cuidado, abriendo mi casa. Creo que todo teatro debe ser un hogar para lo humano.
¿Y eso no te hace confundir realidad y ficción?
Me estoy quitando, como dice Extremoduro. Para volar muy alto en la ficción hay que tener los pies bien anclados a la realidad. Yo a la ficción le pido lo que piden los flamencos al cante: que sea verdad. Estoy en la literatura porque amo la vida. La escritura es mantener la mirada sobre la realidad y abrir lo mirado. Cuando daba clases de lengua en un instituto en la periferia de Madrid le decía a mis chavales: tenéis la suerte de tener esta asignatura que va sobre lo que os está pasando, sobre ese alguien que os gusta y os hace 'ghosting', sobre esas canciones de rap que escribís en vuestro smartphone y que cuentan lo mismo que los poemas del siglo XVI.
‘Empieza por F’ es una comedia que nace de las lágrimas.
Mi padre era un genio, el príncipe de la bondad. Pensaba que escribir una obra sobre él me ayudaría a superar el duelo, pero ahora te digo “el príncipe de la bondad” y me emociono.
Un genio que se despidió con un juego de palabras.
Mi madre le preguntó “¿me quieres?” y él respondió “alfileres”. Me quieres, alfileres. Me adoras, lavadoras. Me ajuntas, sacapuntas. Alfileres fue su última palabra. Y todos los que estábamos en esa habitación de Torrecárdenas nos reímos, incluido mi padre, sin imaginar que horas después ya no estaría. Yo quería escribir sobre esto y su ejemplo magistral, la lección final que me tenía reservada.
¿Cuál fue?
“Ey, chaval, no te tomes la muerte demasiado en serio”. Estaba claro que debía escribir una comedia.
Tu madre te dijo que no fueras en tenis a recoger el ‘Calderón de la Barca’. Le harías caso, ¿no?
Fui en tenis. Lo siento, mamá, pero hoy, cuando estés leyendo esta entrevista en la cafetería, presumiendo de hijo con tus amigas, piensa que en cada paso que doy, ya sea descalzo o en tenis, estás tú.
‘Empieza por F’ se inspira en el formato de ‘Pasapalabra’. ¿La televisión es buena apuntadora?
Este programa me dio el marco de la obra. El arte consiste en la articulación de fondos y formas. Y el rosco del 'Pasapalabra' me aportó la estructura (la obra tiene 25 escenas como 25 letras tiene el rosco) y el superobjetivo del personaje del padre (ganar el bote para dejarle una herencia millonaria a su hijo). Ahora busco producción para montar la obra, ¿algún productor en la sala?, y no descarto la posibilidad de concursar en 'Pasapalabra' para conseguir el dinero que costaría producirla.
Y un salto de Yago Lamela te inspiró ‘8,56’. ¿Cómo supiste que en ese gesto había una obra?
Intuición. A veces ocurre. Luego, cuando investigué el caso de Lamela, encontré elementos que resonaban a tragedia clásica: la 'hibris' del héroe obsesionado por ir más allá de los límites, el destino en su lesión de talón de Aquiles (referencia a un héroe griego), el trasunto del mito de Ícaro, la polis de Madrid que fracasa tres veces como candidata olímpica y el encuentro con el dios (encarnado en el cuerpo sobrehumano de su rival, Iván Pedroso). Pero sobre todo, más allá de estas referencias, había una necesidad por contar el drama de tantos deportistas de élite obligados a reinventar sus vidas cuando abandonan la alta competición.
Has parido una obra sobre Palomares en el Laboratorio de Escritura Teatral de la SGAE. ¿Teatro denuncia?
Hay rabia, vergüenza y necesidad de restaurar la dignidad de quien fue utilizado, ninguneado y finalmente abandonado. Yo esta obra la escribo desde mi dolor como almeriense, creo que ya endémico, producido por la falta de oportunidades y el maltrato recibido por parte del poder y las administraciones. En octubre la obra será publicada por la Fundación SGAE.
¿Sale Fraga en bañador?
En la escena final, un ‘Meninas’ de Velázquez, coloco al espectador en la posición de Fraga y en el escenario se representa la orquestación de esa foto icónica.
Estudiaste en la RESAD y realizate un posgrado en Lyon. Pero aseguras que mucho de lo que aprendiste sobre teatro fue recorriendo pueblos de Almería con una compañía de calle.
La Duda fue la compañía donde trabajé durante 12 años y aprendí que el poder del teatro radica en el equipo. El teatro es un arte de cooperación radical donde se trabaja para el compañero.
Hablamos mientras viajas en tren de Madrid a Almería. ¿Qué obra nacería de estas seis horas (o más) de trayecto?
Este tren precario me ha dado momentos muy creativos, de hecho, la primera escena de ‘Empieza por F’ arrancó en algún lugar de Despeñaperros de cuyo nombre no puedo acordarme. Encapsularme durante seis horas sin internet me ayuda a focalizarme. A veces se me hace corto y acaricio la idea de que regresa el tren-cama que viajaba de noche. O una locomotora de vapor. Claro que sí. Ya no quiero que pongan el AVE, quiero locomotora de vapor.
¿Cómo se ve Almería desde Madrid?
Es el lugar al que siempre quiero volver. Algún día escribiré un libro titulado 'Poemas de amor al Cabo de Gata'. Sé que es un título cursi. Tengo que darle una vuelta. El paisaje almeriense me calma el pensamiento, es evocador, esencial, crudo y luminoso, como la escritura de Camus o Liddell. Ya lo decía Valente: "cruzo un desierto y su secreta desolación sin nombre".
La actriz Zaira Montes, premiada por la Unión de Actores por ‘La casa de Bernarda Alba’; Irene Pardo al frente del Festival de Almagro; Paco Bezerra, que ya no necesita ni presentación, tú… Hay un teatro almeriense ‘exiliado’ realmente potente.
Estoy harto de escuchar que los almerienses somos apáticos y conformistas. Hay gente con talento, imaginación y emprendimiento. Ejemplo de ello son estos tres grandes profesionales de las artes escénicas.
Zaira me contó que tenía la espinita de no haber estado con ‘Bernarda Alba’ en Almería, pese a haber recorrido más de media España.
Zaira es un gran actriz (te saludo, Zaira, si me estás leyendo) y entiendo su frustración. Le animo a continuar. Ella sabe, tan bien como yo, que en este oficio el éxito es la continuidad. Como ocurre en el pueblo de Fuente Obejuna, creo que se debería hacer en el Cortijo del Fraile, cada año un montaje diferente, una representación de 'Bodas de sangre 'y una adaptación de 'Puñal de claveles'. ¿Alguien se anima?
El miércoles vuelves a la Universidad de Almería, donde estudiaste Filología Hispánica. Allí te hicieron alumno de honor en octubre. ¿Cómo lo recuerdas?
Con agrado. Es importante volver a los orígenes. Lo sentí como un homenaje a esos padres y madres que apoyan a sus hijos a estudiar aquello que les apasiona y no simplemente una carrera con salida.
Sumas premios, más de una decena de obras, y aún eres muy joven. ¿Qué temas pueblan tu universo?
Si pienso en lo que he escrito hasta ahora, veo a mis obras como hijas de diferentes padres. Supongo que ellas lo tienen más claro que yo. Por cierto, gracias por lo de joven.
Trabajaste como actor con La Cubana. ¿Volverás a pisar las tablas?
No lo descarto. Actuar es como montar en bicicleta.
Si alguna vez echas el telón en Madrid, ¿en qué lugar de Almería te refugiarías?
Hay un lugar. Sueño con él. El camino entre Genoveses y la cala del Príncipe. Es un valle alfombrado de trigo. El sendero es duro. Te obliga a hacerlo a pie y ligero de equipaje, "casi desnudo, como los hijos de la mar". Apenas una mochila. Los móviles allí no funcionan. Estás tú, el paisaje y el viento moviendo el trigo. La nada. O lo que es lo mismo, el todo. Imagino que cuando llegue el oscuro final, mis buenos amigos me echen en la orilla de esas playas para que mis restos den alimento a los peces en un verano eterno. Pero no nos pongamos dramáticos, aún queda mucha comedia.
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