Un acto en la base de Viator, donde imparte clases de inglés desde hace 25 años, ha impedido a Andrew Mortimer (Altrincham, Inglaterra, 1964) ver este sábado la coronación de Carlos y Camila. “En ese momento los tuve presentes”, cuenta este monárquico “pragmático” que lleva más de media vida en nuestra provincia (llegó en el año 1988 y ha vivido en Pechina, Almería, Aguadulce y, ahora, Roquetas).
Afable y gran conversador, este profesor, traductor e intérprete siempre tiene bajo la manga una idea para que su tierra de acogida avance. Padre de dos hijos, Alejandro y Saphyre, está casado en segundas nupcias con una almeriense, Elisa Isabel: “Es el amor de mi vida”.
Carlos y Camila, reyes: muy pocos lo creyeron.
Y mucho menos él (ríe).
¿Cómo los valora?
Carlos es un producto del ‘establishment’ y ha sufrido muchísimo porque es una persona sensible y valiente: ya hablaba de ecologismo hace 40 años. Camila ha sido el amor de su vida, pero se casó con Diana por deber a la institución. Ella era débil, pero acabó convirtiéndose en una mujer fuerte hasta el punto de divorciarse del futuro rey, lo que le ganó la enemistad de Isabel II.
La reina siempre fue distante con Carlos.
Él tenía una gran relación con su abuela, la reina madre, un encanto de persona y un gran apoyo a su marido en la II Guerra Mundial. Al final, Isabel II dio el beneplácito a que Camila se convirtiera en reina. Fue inteligente, sabía que Carlos necesitaba y necesita su apoyo.
El triunfo del amor.
Es su pareja de toda la vida. Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad y los británicos, viendo los comportamientos del resto de la familia real, derecho a un poco de sosiego.
¿Cuáles son los grandes retos de Carlos III?
Es un momento complicado. Los escoceses están planteándose la independencia, los irlandeses la reunificación, los galeses aún no, pero lo pueden hacer... Si mi reino se desuniera, tendría que plantearme dónde queda mi lealtad: soy inglés, pero no es lo mismo que pertenecer a una unión de países.
¿Con la monarquía, como institución, es optimista?
Soy monárquico desde un punto de vista práctico. Es una ventaja tener representación internacional en una figura de continuidad, que no cambie cada cuatro años. Y creo que tenemos un sustituto para el nuevo rey, que es el príncipe Guillermo. O, mejor dicho, su esposa, Kate Middleton.
Subraya este nombre.
Es una persona estupenda, de origen humilde, lo que hace que la gente se identifique con ella. Es inteligente, tiene buena apariencia y sentido del humor; es el contrapunto a su marido, más retraído y producto del ‘establishment’. Kate Middleton es una garantía para la monarquía de las próximas décadas.
¿Y Harry y Meghan?
Si no existieran, habría que inventarlos. En todas las películas, hay un bueno buenísimo y un malo malísimo, aquí influido por su mujer, a la que la gente ve como ‘Maléfica’. Es fantástico, los ingredientes de una telenovela. Si quieres blindar una monarquía, crea estas situaciones: los ‘influencers’ viven de cosas así, y a la gente les encanta. Todo se vende y se compra.
Como una marca.
La monarquía británica es una marca, sí, como el Papa lo es para la Iglesia católica. El ‘establishment’ utiliza la familia real como marca y saben venderla: son billones y billones de libras al año que se ingresan gracias al turismo.
Hay más de 17.000 británicos en Almería, y no siempre se han integrado bien. ¿Culpa nuestra o vuestra?
Un poco de ambos. La pillería les ha afectado: si los engañan, que sean de los suyos, que al menos los entienden. Eso les ha llevado a vivir más aislados. Ahora vienen con menos años y es más sencillo. Y una cosa: colaboro con muchos bancos y ninguno ha encargado un estudio del impacto del Brexit en la economía almeriense. Hay miles de británicos con pensiones de hasta 3.000 libras al mes, con sus casas ya pagadas, gastando aquí.
Lleva 25 años impartiendo inglés a los legionarios de Viator.
Son dos cursos intensivos al año y cuando hay misiones nos ponemos las pilas. El inglés es cada vez más importante para ellos: hay que interactuar con otros ejércitos y sus ascensos están ligados al nivel que tengan con el idioma.
¿Y qué aprende usted de ellos?
Amistad, responsabilidad, compromiso, valentía. También igualdad: he tenido alumnos machistas que han visto la luz al ver a una mujer en una unidad de combate. La Legión es una segunda familia y como soy el guiri me dejan meter la pata una y veintiuna veces. En 2014 el general Martín Cabrero me nombró legionario de honor.
Ha tratado con estrellas de cine en Almería. ¿Quién le deslumbró?
Entré como intérprete en el festival cuando María del Mar Vázquez era diputada de Cultura. Pasé dos días con Terry Gilliam: me dolía la mandíbula de tanto reírme. Y Alison Doody tenía a los periodistas heteros patidifusos.
Muchos británicos eligen Almería al jubilarse. ¿Qué hará usted?
Depende de cómo se desarrolle Marruecos: me gusta la esencia del Mediterráneo y eso existe en el norte de África. Pero creo que me quedaré en Almería, aunque me gustaría que a los que de fuera se nos vea más como personas que como fuentes de ingreso. Si Almería logra eso, tiene un futuro espléndido.
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