La luz que emiten en las estrellas de verdad nunca palidece. Es una luz que viaja a la velocidad del blues, del godspell, del rock, del pop, del rhythm and blues… Una luz que iluminó alguna vez ideas para un mundo mejor como si los poetas y los compositores hubiesen creado el único universo admisible. Pero siempre es necesario que no se extinga la luz de la estrella.
Tom Jones, estrella para siempre, iluminó a más de dos mil quinientas personas la noche del domingo en un concierto que puede calificarse como histórico para Almería. El concierto del Tigre de Gales en estado puro, acompañado por una banda impresionante, capaz de ofrecer depuradas y contundentes versiones de estilos musicales distintos, todos envueltos en la magia de la voz de Tom Jones.
Por el escenario pasaron personajes legendarios de la música de verdad: Elvis Presley, Chuck Berry, Cat Stevens, Bob Dylan, Dusty Springfield, Jerry Lee Lewis… Es decir, la música de la segunda mitad del siglo XX, creada para siempre, se desbordó desde el escenario del Recinto de Conciertos del Ferial traducida al talento incombustible de Tom Jones.
Desde los años sesenta, la capacidad de seducción de este cantante irrepetible sigue viva de manera casi inexplicable. Con toda la retranca almeriense, una espectadora dijo antes de que comenzara el concierto: “Tiene 84 años. También tenemos valor...”. Pero, aun así, ahí estaban las gradas y el espacio previo al escenario abarrotados de público de todas las edades. La señora que dejó en el aire esa reflexión, tan típica de los habitantes genuinos de esta ciudad, se entregó después a corear las canciones más conocidas de Tom Jones en un inglés peculiar. Quizás se enamoró por primera vez en su vida escuchando ‘Delilah’…
La voz blanca que más se parece a una voz negra despertó el delirio de la audiencia nada más salir al escenario, con la poderosa sencillez de quien domina el espacio, el tiempo y las emociones. Su concierto, enmarcado en la gira 'Ages & Stages Tour', de título más que explícito, no deparó en ningún momento situaciones de transición. Fue una secuencia de más de dos horas, incluyendo tres temas de propina que pusieron a todo el mundo a bailar.
Por supuesto, que cuando sonó ‘Delilah’, ‘Sex bomb’, 'Kiss' o ‘It’s Not Unusual’ se multiplicaron las pantallas de los móviles por encima de las cabezas como inesperadas luciérnagas. Nadie quería dejarse atrás los momentos estelares del concierto. Seguramente, minutos después las redes sociales multiplicaron por cien mil los impactos de Tom Jones en Almería.
Como se ha dicho, este descomunal concierto atrajo a todos las edades. “Aquí están los amantes de la buena música. Como este concierto vamos a ver pocos, quizás ninguno más”, sentenció otra espectadora después de haber escuchado en su vida casi todo lo que merecía la pena ser escuchar.
Las estrellas de verdad no necesitan hacer el ridículo salvo que venga en el guion. Tom Jones no necesitó casi nunca caer en esa tentación que siempre amenaza a los grandes. Su concierto estuvo respaldado, a veces, por montajes audiovisuales que pueden considerarse fogonazos de la cultura pop. O una galería inquieta e ingobernable del imaginario de varias generaciones. Como Tom Jones, estrella para siempre.
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