Un bailaor en la meca de la danza por primera vez: esa es la nueva hazaña que el roquetero acaba de añadir a su espectacular currículum como bailaor, creador y coreógrafo. Solo dos personas en el mundo son becadas cada año por las prestigiosas instituciones francesas ‘Centre international de la danse’ y ‘Cité internationale des arts’, y Julio Ruiz (Almería, 1993) acaba de conseguir una doble gesta: es además el primer bailaor en lograrlo. Sonarán tacones flamencos en los pasillos parisinos que son uno de los epicentros mundiales de la danza.
Para conseguir esta residencia artística presentó el último proyecto en el que anda inmerso, La Familia, que estrenará el próximo verano y que tiene tres vertientes: la escénica, un documental y un libro. Lo presentó, pero pensando que era casi inalcanzable “hay que presentarlo además en otro idioma y solo la dan a dos personas a nivel mundial, me parecía tremendamente difícil conseguirla”.
Escribió a esta periodista el día que se lo comunicaron, entre la emoción y el shock de haberlo conseguido y casi con miedo a gritarlo a los cuatro vientos, porque le costaba creerlo. A la ecuación hay que sumar la humildad que le caracteriza, pero la alegría se desbordaba y se traducía en su deseo de contarlo en su tierra antes de que la noticia se difunda en medios nacionales e internacionales. “Cuando me llamaron pensaba que se habían equivocado (risas) y pensaba: Julio, compórtate. Al principio se lo conté solo a gente muy muy cercana pero diciéndoles que hasta que no me enviaran los billetes no acababa de creérmelo. Esto marca un antes y un después en mi carrera”.
Lleva mucho trabajo realizado a sus espaldas a pesar de su juventud, aunque él es plenamente consciente de lo efímera que puede ser la vida. “No está la vida como para no hacer lo que uno quiere, y cuando las oportunidades se presentan las estoy aprovechando sin dejarme nada para otro momento. Conforme vas creciendo te das cuenta de que puede ocurrir cualquier cosa, puedes irte. Educacional y culturalmente nos han inculcado mucho hacer cosas para el futuro, las generaciones de antes tienen esa cosa de trabajar para el que venga luego. El arte es otra historia y no se puede pensar tanto en el futuro sino en lo que vaya pasando”.
La beca
La beca, en forma de residencia, es para coreógrafos de todas las nacionalidades y tiene el propósito de promover la movilidad de estos profesionales y ampliar su red. Para ellos es una oportunidad impagable, ya que dan a conocer su trabajo en Francia y por el camino amplían su investigación. A la pregunta simple de qué supone para él esta oportunidad lo tiene claro. “París es la ciudad de las artes por excelencia, siempre ha sido un sueño para mí poder trabajar allí y de repente aparece esto, tres meses de creación donde tengo el Centro Nacional de la Danza de lunes a sábado. Un sueño para cualquier coreógrafo, además de un reto”.
Entre enero y marzo de 2025, Julio permanecerá allí desarrollando La Familia, así que le toca reorganizar y fechar actuaciones ya agendadas salvo alguna excepción que mantiene, como la del espectáculo con el que está girando actualmente, ‘Tocar a un hombre’, con el que viene en febrero al Apolo dentro del Ciclo de Danza que se va a celebrar en Almería durante cuatro meses. “Creo que es la primera vez que se hace un ciclo de danza aquí de estas características, ojalá que vaya bien y se pueda seguir haciendo, que Almería siempre es la desconocida de las artes escénicas”.
Trabajar desde la pasión, el deseo y la herida
Son algunos de los ejes desde los que trabaja: “Desde las vivencias cotidianas, intentando cristalizar lo cotidiano en algo extraordinario”. Lleva más de diez años creando. Ha realizado giras nacionales e internacionales como solista y docente y visitado algunos de los festivales más importantes de danza: Londres, Jerez, Sevilla...
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