La Fundación Valparaíso, uno de los vergeles culturales del Levante almeriense, echa el cierre, por ahora, por falta de fondos para seguir adelante. Según relata la directora de esta institución filantrópica, María Laura González, “la crisis no ha afectado, estamos a la espera de un proyecto presentado en la Unión Europea, pero de momento no podemos seguir, lo único que mantendremos es el Premio Anual de Poesía.
Valparaíso, cuya sede radica en un cortijo en el paraje Huerta Seca de Mojácar, fue creada por Paul y Beatriz Beckett, artistas de origen danés, en 1989 con el fin de promover el arte y la cultura. Durante veinte años, y tras la muerte de su marido, Beatriz ha concedido becas anuales a centenares de creadores que han pasado por ese remanso de inspiración que han sido las estancias de Valparaíso.
Cinco continentes
La Fundación ha dado oportunidades a artistas de todo el mundo. La residencia internacional, construida sobre una antigua almazara, se creó para proporcionar un encuentro de trabajo para artistas de todas las disciplinas y de los cinco continentes. El legado patrimonial ha estado proporcionando alojamiento y manutención y espacio de creación para ocho artistas al mes durante diez meses al año. Además de unos Premios de Musica, Poesía y Teatro dotados con 4.000 euros.
Algunos miembros del jurado que han pasado por las instalaciones de Valparaíso en Mojácar han sido Valentín García Yebra, Gregorio Salvador, Luis Alberto de Cuenca, Santiago Castelo o Fernando Sánchez Dragó.
El recinto, recuperado por los Beckett, sobre la base de un viejo cortijo, cuenta con talleres para pintores y escultores, huerta propia, ocho dormitorios para los becados y una biblioteca compuesta por 10.000 ejemplares. Durante todos estos años de actividad, se han organizado conciertos de piano, guitarra y exposiciones de fotografía, dibujos y pinturas en la Galería Monte paul Beckett.
Ha sido durante años un refugio de artistas con presencia de creadores irlandeses, australianos, filipinos, norteamericanos y de cualquier rincón del mundo que aprovechaban para crear bajo la luz de Mojácar. Ahora, este sueño de un artista escandinavo se ha truncado.
Una pareja de filántropos daneses
Paul Beckett y su mujer Beatrice llegaron a España en 1962 y dan con Mojácar, tras una estancia en Carboneras y Vera. Tenían aficiones arqueológicas y taurinas. En 1994, Paul muere y sus cenizas son enterradas en los jardines de la Fundación.
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