‘La sed del agua’, un libro con poemas que sobrevivieron a varios naufragios

Escribir poesía puede ser una lucha encarnizada. Un barco que trata de mantenerse a flote en medio de la tempestad. ‘La sed del agua’ nace de versos que sobrevivieron a varios naufragios. Así lo confiesa su autor, Emilio Picón (Almería, 1977). “Su germen está en el fracaso de tantos anteriores. Me refiero a libros que se me caen de las manos y de los que sobreviven poemas que guardo celosamente”.

El poemario, publicado por Ediciones En Huida, tiene su origen temático en “el poso perenne de la insatisfacción y en la capacidad que hemos de desarrollar para convivir con ella, para generar entusiasmo y ganas de vivir, como quien es incapaz de terminar dos o tres libros de poemas dignamente, y de los restos del naufragio hace uno nuevo y flamante, sobrepuesto y digno”, expresa con sinceridad el escritor.

El Café Cultural La Clave de Aguadulce acoge hoy miércoles 7 de mayo, a las 21 horas, la presentación de la obra en un acto en el que Picón estará arropado por el prologuista de ‘La sed del agua’, el poeta y agitador cultural Toño Jerez. El artista plástico Juan José Rosado firma la ilustración de portada del volumen.

A juicio del escritor almeriense, el resultado global de la publicación podría definirse como “satisfactorio”. “Quise escribir un libro en el que prevalecieran las cuestiones que me habitan física y emocionalmente, para bien y para mal. Quise escribirlo con absoluta libertad y honestidad, al margen de prejuicios y condicionamientos. Quise ajustar fondo y forma para escribir el libro que mejor se ajusta, hoy por hoy, a mi forma de ser y vivir y mi forma de ver el mundo y la vida. No es obviamente un libro total, pero sí refleja la totalidad de mi universo”, asegura en una entrevista a LA VOZ. 

El amor
El amor se filtra de principio a fin en las páginas de este libro, porque a su autor no se le ocurre mejor manera de vivir que vivir enamorado ni mejor esperanza que la esperanza de llegar a enamorarse de nuevo o por primera vez.

Pero ‘La sed del agua’ es más que un poemario de amor. “Suelo escribir movido por unas cuantas líneas generales. Primero, yo, puesto que la poesía ha sido para mí un instrumento de autoconocimiento casi perfecto. Segundo, nosotros, mirar alrededor y contemplar el tiempo y el espacio que me toca vivir y hasta dónde llega lo universal e intemporal en él: lo social como testimonio de un colectivo que arranca en lo más cercano y desemboca en la mayor amplitud. Tercero, las preguntas de siempre, el inevitable hermanamiento, en mi humilde opinión, de la poesía con la filosofía”, señala.

Aparte del contenido, la forma también tiene su razón de ser en esta obra que juega con los títulos, los márgenes y la tipografía. “Ajustar fondo y forma era fundamental. El azar como recurso formal se tradujo en la libertad absoluta, en la ruptura de toda predisposición, en el modo más adecuado de comunicar que para construir hay que saber destruir. De ahí el desorden establecido, uno de los mayores encantos de la vida”.

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