Juan y Medio: “He descubierto la esencia en niños y mayores”

El popular presentador de Canal Sur TV recibe a LA VOZ en su casa de Lúcar

Imagen de Juan y Medio en su casa de Lúcar
Imagen de Juan y Medio en su casa de Lúcar
Alberto Gutiérrez
11:03 • 20 ago. 2015

Creo que aquí en Lúcar tienes poderes “sobrenaturales”: reconoces desde tu dormitorio a los vecinos que pasan por la calle.
-Sí, porque mira el tránsito que hay: muy poco. Sé cuándo pasa Ramón, que cojea, u otro que carraspea… Somos muy pocos y les he visto envejecer a todos y ellos a mí.

-En los pueblos se llevan los motes, ¿cuál es el vuestro?
-Los ‘lucios’ porque una tatarabuela mía se llamaba Lucía y al parecer era un personaje. De ahí el mote.

-¿Qué harías sin un pueblo?
-Tener menos sentido de lo sencillo, de lo natural, de las raíces. Tendría menos riqueza interior y menos referencias.

-¿Qué es el lujo?
-El tiempo aprovechado. Y eso no significa estar haciendo algo. Puedes descansar y aprovecharlo. Para mí es un lujo tener un estado de ánimo satisfecho. A mí los alardes y la falsedad me aburren. No puedo con las dos caras. Tengo una y ya me cuesta… (risas).

-¿El mejor piropo que te han dicho?
-“Eres un buen hombre”. No soy una persona que se atenga a los cánones de la belleza, por lo que cuando tienes una forma de ser que gusta a los demás te agrada que te digan estas cosas.

-¿En qué eres reincidente?
-En el beso, en la caricia, en la amistad, en el viaje… Y en la vehemencia. Luego me irrito porque pienso que el motivo del enfado ha sido una gilipollez, pero con el tiempo me vuelve a pasar (risas).

-¿Lo mejor de la vida?
-Comprobar que alguien te quiere, sea conocido o no. A este mundo solo se viene a querer o a que te quieran.

-Dicen que los niños son ingenuos y los mayores sabios. ¿Qué más has descubierto en ellos estos años?
-La esencia. Ni el niño ni el anciano venden su alma de manera barata. Si algo no le hace gracia no se ríen, si tienen frío tienen frío… Machado decía que “la vejez es la segunda inocencia”, que es no creer en nada.

-¿Qué sobrevaloramos más?
-El éxito o el supuesto éxito, la posesión material. Creemos que teniendo algo vamos a ser felices. Hay gente que prefiere tener éxito a ser feliz. Y gente que cree que el fracaso es una derrota. Deberíamos fijarnos en el mundo anglosajón, donde admiran a los que se caen y vuelven a levantarse. Creo, además, que la ignorancia es el motor del mundo, porque no sabes nada de la vida y te embarcas en mil proyectos sin saber qué pasará, afortunadamente. La sabiduría luego corregirá esa ignorancia. 

-A una isla desierta te llevarías…
-A mucha gente querida y admirada, muchos libros y una vía de comunicación para volver al continente cuando quisiera (risas).

-¿La mejor experiencia de tu vida?
-El descubrimiento del cuerpo de la mujer (risas). Y el tener conciencia de que pertenezco a una estupenda familia.

-Estudiaste Sociología y Derecho, trabajaste con Hombres G…, ¿qué te queda de aquella época?
-Esos años hice de todo:  fui fotógrafo, vendí seguros, fui camionero…, y soy empresario desde los veintidós años. Hoy tenemos casi cien personas trabajando.

-¿Quién te ha sorprendido más?
-El intelectual analfabeto, el que crece con el estudio, la observación y el sacrificio. El que no tiene nada y saca el cuello de la mediocridad. En definitiva, el que luchó contra su destino y no se resignó.

-Tienes una calle en tu pueblo. ¿No se puede pedir más?
-Para ser honesto, tengo tres calles: en Albondón, que es el pueblo donde nació mi madre, en Jun, por elección popular a través de Internet, y aquí en Lúcar. A mí me maravilla que en cualquier GPS alguien en Suecia ponga mi nombre, aparezca Lúcar y le traiga para acá.

-Tu escritor de cabecera…
-Delibes, de arriba abajo, clásicos como Quevedo y de los actuales, Eduardo Mendoza, que me hace mucha gracia.

-Por último, tus películas preferidas…
-‘Cinema paradiso’, ‘La balada de Cable Hogue’ y ‘Una historia verdadera’.











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