Los gemelos Segura ya están aquí

El club ahorrador los incorpora a su primera plantilla

Los gemelos Segura.
Los gemelos Segura. La Voz
La Voz
13:13 • 03 sept. 2021

Daniel y Pablo, Pablo y Daniel, idénticos físicamente, o eso puede parecerle a toda persona que no conviva con ellos en lo cotidiano. Estos dos hermanos, gemelos, de apellido Segura, darán mucho de lo que hablar en el vóley, pero además son, a día de hoy, en el que son presentados al panorama nacional, todo un símbolo. Talento y capacidad son elementos que los definen, pero, a su vez, pueden sentir el orgullo de representar un logro de tamaña grandeza e importancia para un club ahorrador que ha sido, por tradición, emisor de potencial, y que ha tenido que reinventarse en términos canteranos para volver a serlo. El trabajo acumulado en esa faceta por fin empieza a dar frutos, y el ‘justificante’ viene ‘por duplicado’ y con el sello Segura.



La historia



Los dos receptores suceden a los integrantes de una larga e ilustre lista de jóvenes, y lo hacen disponiendo de una cabeza privilegiada para canalizar muy bien todo lo que les está pasando desde este verano, cuando Manolo Berenguel se les acercó durante un entrenamiento del ‘Verano Voleibolero’. Desde ese momento, justificado ‘no pisar el suelo’, “me siento eufórico”, reconoce Dani, “poder competir en un nivel tan profesional es algo que solo cabía esperar en mis sueños”, añade. “Yo me siento orgulloso conmigo mismo, porque tanto años de esfuerzo y dedicación al voleibol al final me han servido para jugar en el equipo que siempre he admirado”, dice Pablo.



Ambos se han mostrado agradecidos “por la oportunidad” y todavía se encuentran dándole vueltas a la charla con Berenguel, tal y como asegura Dani: “Al principio, me costó asimilar lo que había escuchado, porque a pesar de que siempre había deseado competir en un nivel tan alto, nunca imaginé que me llegaría la ocasión”. Muy parecido piensa Pablo: “La verdad es que no me esperaba para nada que el mismo Manolo viniera a vernos entrenar y un día, al acabar el entrenamiento, nos dijera que quería que fuéramos al primer equipo”. Ya conscientes de que esto es la realidad, lanzan una promesa: “Vamos a asegurarnos de aprender y mejorar a la par que contemplamos cómo se cumple un sueño, disfrutándolo al máximo”.



Fue salir por la puerta del Palacio de los Juegos Mediterráneos y transmitírselo a su familia: “Han estado apoyándonos desde el principio, llevándonos y trayéndonos a los entrenamientos y animándonos en los partidos, así que debían ser los primeros en enterarse”. Y claro, estar en esta ‘nube’ también tiene su parte complicada de un gran esfuerzo. “Estos primeros días están siendo muy duros, mi vida deportiva está viviendo un gran cambio, entrenando seis días mañana y tarde”, desvela Daniel a la vez que asume que “supone un gran compromiso”, feliz porque “en estos primeros entrenamientos estoy aprendiendo muchísimo”. Su hermano Pablo pone la apostilla que los define: “Duros, pero me parece perfecto tener entrenamientos que de verdad me hagan sudar y disfrutar”. Eso sí, arropados: “Los veteranos nos tratan muy bien”.



Las palabras utilizadas respecto a eso son “con respeto”, recibiendo su ayuda “para la mejora técnica en cualquier actividad, haciendo uso de correcciones o consejos”. Pablo destaca a Javier Jiménez, “nos aconseja bien”, y Curro, “fue mi entrenador hace años”, y Daniel lo apoya respecto al cubano: “Todos nos aconsejan muy bien y en cantidad, pero si tuviera que decidirme por uno, diría que Javi; especialmente con él tengo más confianza y me siento más abierto para preguntarle cosas”. Claro, por encima, el míster: “Manolo Berenguel en profesional y aplicado, en el campo es un hombre decidido y con carácter, el tipo de persona a la que seguiría con los ojos vendados, un buen líder, y eso motiva muchísimo a seguir adelante”. Eso lo afirma un Daniel que, entre risas, reconoce que “personalmente me impone mucho”.



Su hermano Pablo redondea la opinión sosteniendo que lo ve “un entrenador para grandes campeones”, refiriéndose también a Pablo Ruiz: “Lo conozco desde que he empezado a entrenar con el primer equipo y estoy aprendiendo bastante en el poco tiempo que llevo”. Daniel valora el carácter del segundo entrenador: “He tenido más oportunidad de conversar y puedo decir que es muy bueno en su trabajo y como persona, mantiene especial atención a los jóvenes y hace sentir más integrado”. Se muestran decididos, como deja claro Pablo, “no existe un muro para mí en esta vida, así que me veo más que preparado y con muchas ganas”, y deja claro Dani, “yo al principio no me sentía preparado, pero después de los test físicos me he convencido de que sí puedo dar el salto, aunque todavía me queda mucho por mejorar”.



Cabal, este chico se sabe “verde” para la Superliga, y no por el color de la camiseta, por lo que de la temporada espera “aprender muchísimo de todos estos grandes jugadores y ser capaz de aprovechar esta oportunidad y brindar todo mi esfuerzo al equipo”, textualmente, algo compartido con Pablo, que suma “para ser campeones”. Su máxima es “sin prisa, pero sin pausa”, con el sueño de “ser la imagen del equipo algún día, alguien importante para el equipo, con los pies en el suelo” según Daniel, quien se considera “un jugador que no tiene las mejores cualidades físicas para ser de sobresaliente, pero sí con una buena actitud deportiva, me encanta competir y siempre quiero un poquito más de lo que puedo dar”. Pablo asume “no tener mucha altura y sí buen físico, y siempre peleo por el primer puesto en todo”.


Tienen una excelente relación entre ambos y, como no, empezaron juntos a los 8 años de edad, valorando estar “en un equipo normal”, con un buen ambiente, para básicamente “hacer deporte”. Su ambición ha madurado con la edad y la trayectoria, y desde juveniles de primer año han ido a por más. “Me he esforzado en mejorar la técnica”, dice Pablo. A Daniel no le ha importado que no ha conseguido “destacar lo suficiente como para que se fijasen en mí”, porque estaba ‘armado’ de su carácter competitivo: “Siempre me he esforzado por llegar a ser un gran jugador”. Es el ese contexto en el que encaja que “la llegada al club no estaba prevista en mis planes de futuro, aunque para mí era un sueño, más una fantasía, pero me encanta el vóley y desde hace tiempo me lo he estado tomando en serio para conseguir algún logro”.


Su referente, Fran Ruiz: “Como jugador me enseñó una valiosa lección, y es que no todo tiene por qué ser la altura, aunque sea una ventaja; siempre me ha motivado a seguir hacia delante”. Dani apuesta fuerte en el hilo de al altura: “Conozco a muchos jugadores de voleibol, pero contra el que más ganas tengo de jugar es ante Jean Pascal, por intentar superar un bloqueo como el suyo”. Respecto a Pablo, “mi propósito al entrar en Unicaja Costa de Almería fue para seguir jugando al voleibol en un club que de verdad merezca la pena por cómo trata a la gente y cómo lleva a un equipo”. Tal y como se aprecia, no son solo iguales en lo físico, sino también en la personalidad, “desde chicos nos hemos interesado por casi las mimas cosas, así que nos atreveríamos a decir que somos casi la misma persona, y estamos ya tan acostumbrados a que nos confundan que cuando llaman a uno miramos los dos… por si se han equivocado” -risas-.


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