Vivimos en periodo de poda, de tala de plantas y árboles para procurarles una sana y sabia renovación de sus ramas, tallos y hojas. La imagen de podadores y taladores, instrumentos cortantes en mano, incluidas las ruidosas motosierras, se ha hecho familiar todos los años cuando languidecen los vegetales y quedan desarropados, desnudos de sus vestimentas que durante muchos meses les han cubierto y han dado vida a la vida de entornos urbanos y rurales. Una vida que sin razón alguna, o cuando más con el simple argumento de la recuperación o de la mejora queda truncada o irreparablemente dañada.
Todo es manifiestamente mejorable, pero también empeorable.
Ecologismo En demasiados casos sucede que con la fácil excusa e incluso buena intención de mejorar se consigue todo lo contrario. Antes de que el ecologismo resucitara, en esta olvidadiza sociedad existía ya el valor del respeto a todos los seres, incluidos los vegetales, algo que desde los tiempos de María Castaña se ha enseñado en el ámbito familiar y en la escuela, aunque parezca que muchos de nuestros responsables de la cosa pública lo hayan olvidado.
Para más desprotección de las diferentes especies que conforman espacios rurales y urbanos en algunos lugares se deja entrever un insensato y desproporcionado ánimo por dar cuchilla a diestro y siniestro a cualquier árbol o arbusto que haya sido objeto del mal de ojo o de capricho de ignorante. A la gente no se le puede cambiar la fisonomía de sus pueblos y ciudades hasta hacerlos irreconocibles, aunque sea para mejor, que casi nunca lo es.
Padres Al igual que unos padres no dejarían nunca que sus hijos se sometieran a peligrosos retoques quirúrgicos para transformar la naturalidad de sus rasgos humanos, la mayoría de ciudadanos no acepta que la motosierra destruya las escasas señas de identidad que aún definen calles, avenidas y parques de pueblos y ciudades. Acabar sin razón con los seres vegetales que coadyuvan a nuestra vida es propio de ámbitos patateros donde habita la ignorancia y donde frecuentan los arboricidas. Hay que estar vigilantes porque es tiempo de arboricidas.
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