Algunos, es posible que la mayoría de nuestros políticos, se hayan olvidado de aquella ambulancia que desde Alboloduy trasladaba enfermos a Torrecárdenas y fue arrollada en un paso a nivel. Alboloduy se llenó de crespones negros, lágrimas, rabia y desesperanza vecinal. Desde entonces, más de dos décadas, la sociedad almeriense viene exigiendo a sus representantes que se acabe con la lacra que suponen los pasos a nivel. Algunos han ido desapareciendo, llevando tranquilidad a pueblos y ciudadanos. Y miren ustedes por donde uno de los más importantes a la hora de desaparecer, el de El Puche, sigue ahí con toda su irritante presencia, su intranquilidad permanente, su miseria a cuestas en el siglo en que vivimos.
Cuando oímos o vemos que los políticos se pasan por el forro de sus caprichos el dolor de la gente, la memoria de aquellas personas que murieron en un paso a nivel, sólo podemos pensar que ellos y sus comparsas políticas son los únicos culpables de aquel y de cualquier otro terrible accidente que pueda ocurrir. Cuando entre el PP y el PSOE no se ponen de acuerdo en cuestión tan necesaria, comprobamos la poca, la nula capacidad que tienen los políticos para defender a los ciudadanos de una agresión como es el paso a nivel de El Puche. Cuando la Junta o el central ponen el sí pero no ante algo que debería desaparecer cuanto antes, por esta tierra nos vuelve a sonar a amargura aquel referéndum perdido en Almería y que nos obligaron a tomar como cicuta para desayunar.
Aquellos barros siguen enlodando, más de tres décadas después, el devenir diario de la vida de los almerienses. Qué fácil supone para ellos, los políticos, ponerse de acuerdo a la hora de subir sus emolumentos, sus vacaciones y sus dietas, y qué difícil les supone encontrarse en solucionar los problemas de los ciudadanos. Me importa un pimiento quién tenga la culpa de que no se quite el paso a nivel de El Puche, lleva más de veinte años siendo la vergüenza de Almería y no han hecho ustedes, señores del PP y del PSOE, absolutamente nada para que desaparezca. Son unos grandes especialistas en encontrar escusas, vender razonamientos, mentir con un llamativo desparpajo. Pero hoy ya no engañan a nadie. Les conocemos y sabemos de sus maneras a la hora de ejercer la política.
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