José María Martínez Álvarez de Sotomayor, poeta oriundo de Cuevas del Almanzora, dejó ver en su literatura un habla netamente almeriense, llenetica (repleta) de voces que así lo demuestran.
Así, si le echamos un vistazo a algunos de sus poemas, aparecerán rápidamente los primeros vocablos propios del habla de Almería o, para ser más rigurosos, del habla del sureste. Su poema ‘Baños de Cieca’ arranca con un título bastante llamativo. Cieca, con el significado de acequia, carece de ‘a’ al comienzo de la palabra influida por el catalán, lengua que adoptaba arabismos sin artículo: sèquia; a diferencia del castellano, que lo hacía con él. A esto hay que añadir la metátesis o cambio de posición de –i- y obtenemos cieca.
Sabemos de su uso también, por ejemplo, en Gérgal, localidad que dista bastante de la anterior, pues aparece en el “diccionario gergaleño” de la web municipal, y, además, en varios vocabularios murcianos como los de Alberto Sevilla y Gómez Ortín.
En dicho poema, también destaca el término capuzón:
“[…]o encuentran el hondilón/y, a las voces de: ¡allá va!;/sin encomendarse a Alá,/se tirán de capuzón”.
Capuzón: meter la cabeza debajo del agua, con las variantes ‘campuzón’ y ‘campucí(d)a’, como indica el ALEA, es un término de origen aragonés (DRAE) que ya interfiere en el valenciano meridional (capussó). Así ‘darse un capuzón o ‘capuzarse’ en otras longitudes más occidentales viene a ser chapuzón y zambullirse. En el texto, ‘tirarse de capuzón’ equivaldría a tirarse de cabeza.
En el poema ‘La Velica’ (el velatorio), publicado también en su antología ‘Mi Terrera’, destacan los términos helor, baladre o postiza de estas estrofas:
“En sus brazos estrechaba/
al hijo de sus amores,/que la fiebre desmayaba,/y lentamente enfriaba/el helor de sus sudores”.
El DRAE define helor como frío intenso aunque aquí en el sureste el matiz fundamental es el de humedad. No es necesario que se esté bajo cero para que haga un helor que nos deje pajaricos.
“Y como de vez en cuando/
el hijo mira a la madre,/por que no la vea llorando,/ sus lágrimas de baladre/ bebe, la risa mostrando”.
Baladre equivale a adelfa (o abelfa), un catalanismo (DRAE) que se da ende (desde) Carboneras (con topónimo incluido: Rambla del Baladral) hacia el norte. En el poema, se emplea baladre por su toxicidad, para remarcar que se trata de lágrimas amargas, a pesar de que, como veremos en la siguiente estrofa, en Almería, velorios de este tipo solían ser festejados.
“Así el tiempo se desliza/En tan sin igual concierto/Que al corazón horroriza,/ Oyendo alegre postiza/ Y oliendo a cera de muerto”.
Las postizas, término que recoge el ALEA, empleado al este de una línea trazada desde Enix-Alboloduy-Gérgal hasta la Sierra de Cazorla, sinónimo de ‘palillos’ en La Alpujarra y comarca de Nacimiento y ‘castañuelas’ para los no entendidos en folclore, suelen hacerse con madera de jinjolero (azufaifo).
Por último, comentaré el término ‘juguesca’ del poema ‘La Priesa’:
“¿Quies […] que a rempujones
te suba a la cueva/ u es que mis chillíos/ tomas a juguesca?”
Juguesca, sin aparecer en el DRAE, se trata de otro catalanismo del que hacemos uso en Almería con el sentido de juego en general y, en ocasiones, bullicioso. En el poema sería un sinónimo de tomarse a guasa la amenaza (‘chillíos’) que se dan.
La obra de Álvarez de Sotomayor ensalzó nuestra modalidad lingüística, plagada de catalanismos y aragonesismos, como los analizados, que hacen de nuestra habla algo único, que nos caracteriza como almerienses y a nuestra marcada cultura levantina sin ser conscientes de ello.
Es triste tener que desenterrar y poner en valor este patrimonio de manera particular porque la administración pública está muy ocupada inculcando lunares y volantes, no vayamos a descubrir lo que realmente somos.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/119227/alvarez-de-sotomayor-y-el-habla-almeriense