Cuando los agricultores están contentos, toda la provincia también tiene motivos para estarlo, porque de ellos depende el 40% de nuestra economía. La alegría de los productores es sobrevenida, inesperada e imprevisible, como el gordo de la Lotería. Como siempre, la milagrosa subida de los precios hortícolas les ha cogido por sorpresa, sin saber muy bien por qué se produce ese bendito incremento que a más de uno le ha vuelto a esbozar la sonrisa perdida hace meses. Para explicar la repentina subida todas las miradas se dirigen al frío.
Se dice que las bajas temperaturas han reducido la oferta y eso ha provocado que haya menos hortalizas en origen para ser exportadas. Casi todo el mundo establece estos días una relación causa-efecto entre el frío y los precios, concediendo a la climatología un desmesurado poder sobre las fluctuaciones de un moderno, competitivo y muy organizado sector agrícola. Sin embargo, los agricultores con los que hablo estos últimos días me aseguran que únicamente el frío no puede justificar subidas tan importantes como las que ha registrado, por ejemplo, la berenjena.
Sospechan que hay más razones para que el campo almeriense viva un momento tan dulce en estos días previos a las fechas navideñas, pero las desconocen del mismo modo que ignoran cuánto durará esta buena racha.
Si hubiera más razones coyunturales que han desencadenado esta racha de buenos precios, los agricultores merecen saberlo. Si en el campo almeriense se ha hecho algo bien al planificar las hectáreas en producción de cada cultivo, si se ha acertado con las fechas de inicio de recolección o si ha triunfado alguna estrategia comercial sobre las grandes cadenas de distribución los agricultores merecen saberlo.
Como dijo esta semana durante la presentación del balance de campaña el presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, el campo almeriense necesita fundamentar su éxito sobre el conocimiento estratégico para que los propietarios de las explotaciones puedan tomar sus decisiones.
Al contrario, en el campo se tiene la sensación de que se haga como se haga siempre se sale perdiendo, salvo cuando ocurre el milagro de los precios por causas desconocidas.
A este paso, habrá que recurrir a la santería para salvaguardar el futuro del sector, ya que sólo las fuerzas sobrenaturales serán capaces de invocar la llegada del frío para provocar precios altos, toda vez que el trabajo bien hecho de las ramas de la comercialización no consiguen llegar a todo.
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