Puerto-Ciudad, el cuento de nunca acabar

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 13 ene. 2017

Esta semana apareció una noticia que recibía un tratamiento de frustración al marginar -otra vez- el Gobierno a Almería por no dotar al puerto de la capital de partida económica alguna para el Fondo de Accesibilidad Portuaria. Según se explica en la información, Almería queda al margen de un presupuesto de 905 millones que se destinan a puertos españoles que, por su actividad y crecimiento industrial, necesitan una modernización y ampliación de sus vías ferroviarias y carreteras de acceso.
Esta es una gran noticia para la capital y, personalmente, opino que nos otorga una oportunidad para reflexionar sobre el modelo de convivencia del puerto y la ciudad, argumento que se debate con escasa convicción y paupérrimo horizonte para homologar el futuro proyecto Puerto-Ciudad a otras experiencias como Cartagena, Málaga, Valencia, Alicante… Ninguna de estas ciudades ha sacrificado su futuro urbanístico priorizando el acceso ferroviario al puerto, como se pretende hacer en Almería. Insisto, por enésima vez, que conectar el tren con el puerto conlleva mantener el aislamiento y cambiar la valla existente por otra que proteja las vías por las que circularía un tren de mercancías en superficie o en trinchera, y nunca en soterramiento integral. 
Por si éramos pocos, José Llorca, presidente de Puertos del Estado, parafrasea a Susana Díaz afirmando que la entrada del ferrocarril al puerto es “prioritaria para nosotros y para el Ministerio de Fomento”. Sólo falta añadir que el Ministerio nos lleva en el corazón como coralario al trianero lirismo de la presidenta andaluza con promesas que se eternizan cuando se aderezan con “prioridad”.
Dicho lo cual, ¿me alegro de que no llegue dinero para el puerto de Almería? Nada más lejos. Lamento que no se enfoque el desarrollo industrial portuario hacia Carboneras. Ese puerto sí fue creado, diseñado y ampliamente experimentado como puerto industrial; y como tal viene funcionando con las limitaciones que impone la ausencia de atención presupuestaria para su adecuación a nuevos requerimientos para alcanzar un buen nivel de competitividad y rendimiento. 
No entiendo que el Gobierno se empeñe en facilitar inversiones por valor de 905 millones en “puertos industriales” obviando al puerto industrial de Carboneras y, al contrario, se centre en un puerto con pretendidas expectativas de integración urbana con la ciudad. La integración con la ciudad en exitosas experiencias, citadas anteriormente, ha requerido el traslado de actividades industriales (granel a la intemperie, contenedores, mineral, terminal marítima con frontera internacional…) y, por supuesto, no existe la barrera de un tren de mercancías cruzando una pretendida integración con la ciudad que ha padecido históricamente las servidumbres del ferrocarril. ¿Acaso han visto ustedes el tren de mercancías atravesando puerto-ciudad de Málaga, Cartagena o Alicante? 
El tren no ha de llegar al puerto de Almería. Sería una maldición y una tentación para volver a rememorar los tiempos del mineral y mantener el pastiche de puerto que hoy padecemos mezclando todo tipo de actividades en un abigarrado recinto. No olvidemos que, tanto Autoridad Portuaria como Cámara de Comercio, son proclives a la reedición del episodio del mineral de las minas de Alquife. Recuerden aquella “innovadora” propuesta de cortar la avenida de Cabo de Gata con un tren con “tacos de goma para no hacer demasiado ruido” (presidente de la Cámara dixit). Así no salimos del modelo cutre del batiburrillo que ha “modernizado” Almería con experiencias como “Polígono La Celulosa”: viviendas, comercios, industrias, almacenes, camiones… todo un ejemplo para el diseño que se pretende en este lamentable puerto de Almería. 


 







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