El inesperado regreso de Martín Soler

Acosado por la juez Alaya, abandonado por el PSOE sevillano y almeriense y olvidado por todos los que le aplaudieron, nadie podía esperar su regreso como gerente de Bahía Almeriport

Pedro Manuel de La Cruz
01:00 • 02 abr. 2017

Si en los años duros del plomo judicial decretado por la Juez Alaya contra Martín Soler y otros altos cargos de la Junta, alguien hubiera afirmado que el ex consejero almeriense volvería a participar activamente en la gestión de estrategias para desarrollar proyectos de interés público, todos lo hubiésemos considerado un visionario militante de la quimera. 
Acosado por la jueza justiciera, abandonado por el PSOE sevillano y almeriense -donde tanta influencia y durante tantos años tanto poder tuvo-, considerado un adversario político por el PP y olvidado por aquellos que le aplaudieron hasta la impostura del servilismo mientras tuvo poder, nadie podía esperar su regreso, no a la política (“a la que no volveré; es una etapa cerrada”), pero sí a la gestión de proyectos a desarrollar por instituciones públicas y privadas.
Sin embargo aquella predicción, tan lógica, se ha roto. El exconsejero de Agricultura e Innovación que dejó el gobierno andaluz por voluntad propia (renunció a asumir la cartera de Medio Ambiente que le ofreció Griñán: “Yo ya no estoy a gusto en tu gobierno, presidente”, le dijo aquella mañana del 22 de abril de 2010 en la Casa Rosa), ha sido nombrado, por unanimidad de los 25 patronos, gerente de la Fundación Bahía Almeriport.
La decisión no ha sido apresurada. Llevaba gestándose meses y la idea que ha culminado con su elección partió, ¡qué paradojas tiene la vida!, de la época Luis Rogelio Rodríguez Comendador en el ayuntamiento almeriense. El verso suelto que siempre ha sido Pablo Venzal se lo insinuó un día a Luis Rogelio y lo que entonces pudo considerarse una ocurrencia, ha acabado convirtiéndose en realidad.
Una realidad que recupera a Soler como colaborador necesario en el gran proyecto Puerto-Ciudad, una posición que le reconoce su valía profesional y su capacidad de trabajo; algo que nunca le negaron ni sus enemigos de partido, ni sus adversarios del PP, ni aquellos amigos a los que ya no podía ofrecer nada, pero que sí tuvieron la coherencia de acompañarlo en la travesía extramuros del poder en la que ha estado durante los últimos seis años.
Pero si el nombramiento de Soler le devuelve la honestidad- puesta en duda tan injustamente por la juez Alaya: ahí está su absolución total y definitiva- y le reconoce su capacidad profesional, a quienes les sitúa en una posición mejor es a aquellos que lo han elegido o han influido en su elección: la presidenta de la Autoridad Portuaria y el alcalde de Almería en primer lugar. Si alguno de los dos hubiera puesto objeciones a su nombramiento, su elección no hubiese sido posible.
El nivel de colaboración entre Ramón Fernandez Pacheco y Trini Cabeo ha tenido, en este nombramiento, un peldaño más, pero la escalera lleva meses construyéndose desde el consenso en el proyecto de la integración del puerto en la ciudad. El nombramiento de Soler es un paso más, pero un solo paso técnico al fin y al cabo.
 Lo importante, lo estructural para los ciudadanos, es la demostrada voluntad del alcalde y la presidenta de caminar juntos para que esa nave del reencuentro de la ciudad con el mar llegue a buen puerto después de años y años de travesía, a veces tormentosa.
Pero si el respaldo del Ramón Fernandez y Trini Cabeo ha sido decisivo, también lo han sido los del presidente de la Fundación, Diego Martinez Cano, y todos los patronos, así como el respaldo de Gabriel Amat, desde la Diputación, y de Jiménez Barrios, desde la consejería de presidencia de la Junta.
No se engañen. El proceso de elección de Martín Soler como gerente de Bahía Almeriport no es asimilable al nombramiento de cualquier otro técnico, de los muchos que sin duda hay capacitados en Almeria para ocupar ese cargo. Su actual alejamiento de la política no borra la sombra de su pasado y la complicidad y la hostilidad son dos caras intercambiables- los amigos de hoy fueron enemigos ayer y nadie asegura el sentimiento que les unirá mañana-, pero esas dos caras, tan variables, tan efímeras, lo son de una misma moneda que nunca caduca. Los políticos tienen buena memoria.  
Por eso no es aventurado sostener que, en su nombramiento, quien tampoco ha puesto ninguna objeción ha sido Susana Díaz. La presidenta andaluza lo controla todo y si su “número dos” ha dado el ok a la propuesta ha sido, sin duda, con el conocimiento y el consentimiento de la presidenta.
Esa decisión no va más allá y, por tanto, que nadie saque conclusiones. Salvo, claro, la de confirmar que Susana siente hoy menos animadversión hacia Soler que la que le provocan algunos de aquellos que, desde Almería, procuraron el golpe que acabó con su liderazgo en el socialismo provincial.
Decididamente la política es una noria movida por un rio en el que todo fluye y nada permanece. Ni los afectos ni los rencores.







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