Buscamos abogado

Antonio Jesús García
01:00 • 06 abr. 2017

De fondo suena música militar, tambores, cornetas, trombones, de desfile, se intuye el ambiente triunfal con serpentinas, confeti y sonrisas. Una voz narra con grandilocuencia y boato al paso de la comitiva. 
- Perdone. ¿Se va quedar usted a ver todo el desfile? 
- ¿Cómo? Sí, claro ¿Por qué lo dice? 
- Por si me podría usted hacer un favor, es que soy terrorista, mi mujer está a punto de dar a luz y me tengo que ir. Por si usted podría ayudarme y cuando pase el coche del general apretar este botón, que tengo que hacer un atentado pero no puedo quedarme tanto tiempo. ¿Lo haría usted por mí?
Poco más o menos, este dialogó se emitió por FM a mitad de los ochenta en El hueco de la escalera, loca y disparatada sección del programa La escalera mecánica, magazine capitaneado por Juan Manuel Cidrón en Radio Cadena Española, y con Manuel Gutiérrez Navas como director de la emisora. Por ese espacio pasaban y tenían cabida todos los jóvenes de la ciudad con una mínima inquietud artística, ya fuera la música, la pintura, la literatura, el teatro o incluso la coctelería. 
De un tiempo en el que la radio era más comunicación que información y de su importancia dan debida cuenta los periodistas Antonio Torres en su obra Soñar la Radio. Sintonía de Almería para la radio andaluza, y Miguel Ángel Blanco en Cultura, periodismo y transición democrática en Almería (1973-1986). 
Con varias bandas terroristas activas en España en ese momento, la locución del programa inspirado en un atentado terrorista no cosechó ninguna queja ni denuncia por parte de la fiscalía. Treinta años más tarde se antoja imposible que un espacio de esas características pudiese ver la luz. 
O la retransmisión de una hipotética procesión de Semana Santa narrada con voz vibrante y emocionada, como si de un acontecimiento deportivo se tratara.
¡Atención! Señores y señoras, atención. Que viene el de la lanza con pinta bruto. El romano avanza con paso decidido, se detiene al llegar al punto preestablecido, alza la mirada, coge posición, apunta, toma impulso, dispara ..., en todo el costado. El arma dibuja en el aire una preciosa y precisa parábola para terminar incrustada en el hemitórax derecho de Jesús. La sangre brota salpicando al público que se aparta ante el viscoso líquido. Mientras el centurión, dando grandes saltos de alegría, es felicitado efusivamente por sus compañeros.
Dos jóvenes y descerebrados estudiantes de la Escuela de Artes, por aquel entonces, y admiradores del popular dúo Gomaespuma, José Marí­a Parra y el que suscribe, éramos  los autores.  Si no ha prescrito aún el delito, buscamos abogado.


 







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