AVE: en 2023 o nunca

`Ministro, el problema del Gobierno y del ministerio de Fomento en Almería es el de la pérdida de la credibilidad; después de tantos incumplimientos y de no haber hecho

Pedro Manuel de La Cruz
23:26 • 08 abr. 2017

La frase sonó como un disparo sobre el primer café de la mañana. Pero no, no era una bala disparada solo con la metralla del desahogo crítico, sino con la sinceridad de la advertencia. Después de cinco años de inactividad, cualquier compromiso que adquiera su ministerio- añadí- estará sometido sin remedio al descreimiento que provocan los compromisos incumplidos.
-¿Y cómo se puede combatir esa carencia de credibilidad, que yo asumo desde la lógica de lo que no hemos hecho hasta ahora? 
La respuesta queda en el territorio de la confidencialidad de los participantes en el encuentro. Dos horas más tarde, el ministro se comprometía públicamente a asistir cada cuatro meses a una sesión de seguimiento de los compromisos adquiridos analizando, uno por uno y a través de informes técnicos, la situación de los cuatro tramos en que se han dividido las obras pendientes del AVE entre Almería y Murcia.
El compromiso del ministro no deja lugar a dudas: la alta velocidad llegará a Almería capital en 2023; la tramitación administrativa y técnica para llevar a cabo las obras pendientes- expropiaciones, proyectos, licitaciones y adjudicaciones- se realizarán de forma simultánea para todos los tramos; la empresa del ministerio elaborará todos los proyectos para agilizar plazos; las obras comenzarán en 2019 en todos los tramos y también de forma conjunta y simultánea; el trazado de la plataforma compatibilizará tramos de doble vía y de una sola; Será utilizable tanto para pasajeros como para mercancías; la frecuencia provista es cinco viajes diarios a Madrid de ida y vuelta y tres a Barcelona (duplicable en cualquiera de los dos trayectos si hubiera demanda).
Llegados a esta estación hay que detenerse en el andén de la reflexión y llegar a la conclusión de que el planteamiento del ministerio es una enmienda a la totalidad al desarrollo previsto hasta ahora, tanto por los gobiernos del PSOE como por los anteriores de su partido. No habrá tramos con obras y tramos en espera, las fechas de inicio y terminación no serán escalonadas; no habrá doble vía en todo el trayecto y no habrá obras hasta 2019. A partir de ahora todo será distinto.
A lo largo de esta semana hemos leído y escuchado opiniones contradictorias sobre la nueva estrategia decidida por el Gobierno. Como es obvio al PP el nuevo planteamiento le resulta acertado y la petición pública de perdón de Rafael Hernando por los compromisos incumplidos es estremecedora; no solo por reconocer la incapacidad para cumplir lo prometido, sino por ser el primer político que se atreve a hacer un acto de contrición para que comience a ser creíble el propósito de enmienda que contiene el nuevo plan del Gobierno. En la otra trinchera y asistidos por la realidad de los hechos probados, toda la oposición clama contra lo que consideran un despropósito cercano al olvido, cuando no a la traición. El tiempo dará o quitará razones.
La pregunta inevitable llegados a este punto es si es razonable esperar hasta 2019 para comprobar si, durante estos dos años de travesía burocrática se cumple lo prometido o acaba alojado en el estante del olvido en el que el ave a Almería ha estado durante los últimos cinco años.
La respuesta la he encontrado en este Viernes de Dolores en que escribo en el pasaje del Evangelio según san Juan en el que Tomás, uno de los doce, contesta incrédulo a quienes le decían que el Cristo había resucitado: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. El versículo termina cuando, ocho días después, el Cristo se aparece a Tomás y le dice “dichosos los que crean sin haber visto”.
La apelación a la fe del paisaje bíblico es bellísima, pero la experiencia demuestra que la fe es una mala compañera de la política porque, quien la práctica, está condenado al limbo de la decepción cuando no al infierno del engaño. Por eso resulta vital que aquellos clavos del apóstol Tomás se conviertan, a partir de ahora, en expropiaciones ejecutadas, proyectos realizados, licitaciones realizadas, adjudicaciones consumadas, gastos consagrados en los Presupuestos y traviesas salpicando las vías. Ese es el costado en el que hay que meter la mano para saber si el AVE a Almería ha resucitado o sigue instalado en la muerte civil del olvido.
Y la mejor forma de meter la mano en ese costado es ejercer la labor de control y fiscalización a la que el ministro se ha mostrado dispuesto a someterse cada cuatro meses. ¿Cómo hacerlo? Pues creando una Comisión que haga un seguimiento y audite públicamente la planimetría hecha pública por el ministro.
Una comisión de control- y esto es solo una sugerencia, obviamente- que podría estar constituida por almerienses de contrastada capacidad profesional, acreditada independencia política y reconocida defensa de los intereses provinciales y que debería contar con el asesoramiento de ingenieros independientes, de alta cualificación y expertos en obra pública, para que ejerzan la labor de control estrictamente técnico, lo que alejaría cualquier tentación de uso partidista. Los políticos pueden tener la brújula que marca el norte al que dicen querer llegar, pero quien sabe, por sus conocimientos técnicos, si se cumplen los tiempos previstos para cada etapa son los profesionales expertos en recorrerlas.
Esa comisión de seguimiento de las promesas del ministro va a ser clave para comprobar si el Gobierno cumple sus compromisos o si, por el contrario, quedan reducidos a una declaración de intenciones sin voluntad de llevarlos a la práctica. Por eso es preciso que esté construida por el rigor y la solvencia y, además y en no menor medida, que cuente con el respaldo de todos los almerienses. 
Es inevitable que, ante tanto incumplimiento, en el AVE y tantos otros aspectos y por todas las administraciones, puede argumentarse que la presencia de políticos en esa comisión de análisis y control podría ser más un elemento de perturbación que de apoyo. Es razonable.
Pero si los políticos de Madrid no han querido avanzar en estos cinco años en la construcción de AVE entre Almeria y Murcia y los representantes almerienses no han sabido o no han podido romper esa decisión, sería un error olvidar que será la combinación de inteligencia política, fiscalización técnica y presión social, el triángulo que facilitará la ruptura de esa dinámica. La Comisión debe hacer su trabajo, los políticos cumplir con su obligación y los ciudadanos mantener la presión social para que lo prometido se cumpla.
No hay que admitir más engaños ni engañarnos más a nosotros mismos: O el AVE llega en 2023 o no llegará nunca. 
Los dos años de espera para que comiencen las obras deben ser recorridos por toda la maquinaria administrativa para llevar a cabo los pasos previos a la llegada de las máquinas. En los próximos 24 meses deben estar expropiados (todos) los terrenos, elaborados (todos) los proyectos técnicos, licitadas (todas) las obras y adjudicadas su realización en todos los tramos. En todos. Si el ministro cumple su palabra no se habrá perdido el tiempo y, lo que es más grave, el futuro. Y para que eso ocurra no hay que bajar la guardia ni un segundo, de ahí la necesidad de que una comisión independiente verifique todos y cada uno de los pasos que se vayan dando.  
El ministro conoce la indignación que tantas promesas incumplidas, tantos plazos incumplidos, tantas palabras incumplidas han provocado en los almerienses. Como también sabe que las dos (casi) únicas cosas que no tienen vuelta atrás son las balas disparadas y las palabras expresadas. 
Cuando en la mañana del lunes disparó la pregunta de qué habría que hacer para recuperar la credibilidad tan justamente perdida, él ya sabía a lo que se arriesgaba si asumía la respuesta.   







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