Aportaciones al plan estratégico

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 05 may. 2017

Las comunes y tradicionales potencialidades del español medio son las de médico, abogado y entrenador de futbol. A estas, también hay que añadir las de analista político, economista y visionario en todas las disciplinas imaginables. No hay cosa que se plantee en el escenario público que no encuentre alternativas; algunas realmente disparatadas, especialmente cuando la imaginación se pone al servicio del debate político o ideológico.
Algunas iniciativas públicas o privadas han supuesto un importante revulsivo para actividades económicas e industriales que hace unos años parecerían imposibles. No es imaginable que en los años ochenta alguien propusiera hacer de los invernaderos un atractivo turístico. Sin embargo, Lola Gómez Ferrón, emprendedora con ágil visión, pudo atisbar la potencialidad de la agricultura especializada en el cultivo bajo plástico como un atractivo turístico que ha logrado mantener en los últimos años medias de veinte mil visitantes anuales procedentes de todos los países del mundo. Además, Lola se ha convertido en imprescindible voz representativa de la moderna agricultura almeriense, siendo requerida para participar en documentales de diversos medios internacionales. No hace muchos días la pude ver en “Misterios de la Tierra” (Dmax), cuya afortunada conclusión para Almería fue la de ser la “despensa” de Europa y la novedosa aportación beneficiosa del “mar de plástico” ante el calentamiento global debido al efecto reflectante (albedo) en los invernaderos. Por fin, un reportaje aporta algo positivo para Almería.
Sirva este ejemplo para albergar esperanzas ante una proliferación de cenizos y malajes que, con desesperante proliferación, han venido a malparar ideas brillantes y proyectos convenientes para el progreso de la ciudad y provincia.  
Casi todas las consecuencias positivas en materia turística han venido precedidas de prescriptores y emprendedores privados. Pongamos el ejemplo de Marbella: José Banús, Mora y Aragón, Bismarck, Hohenlohe… son personajes imprescindibles para el despegue, conocimiento y promoción de este pueblo de pescadores que se convirtió en referente mundial del turismo. Aquí, en Almería, las cosas llevaron otro ritmo y otras perspectivas desde la responsabilidad institucional. 
Afortunadamente, Almería cuenta con la impagable presencia de José María Rossell, brillante emprendedor, que ahora celebra nada menos que cincuenta años desde la primera llegada de turistas alemanes a la provincia. O qué decir de Paco Cosentino; luchador nato e imaginativo que lleva el nombre y el producto de las entrañas de Almería por los cinco continentes. O Juan del Águila; inexcusable en el desarrollo económico de la provincia, y nombre inseparable del “milagro” de la agricultura almeriense.
En fin, por sus ideas y consecuciones los conoceréis. Ahora, gracias al aluvión que a diario genera la factoría política, estamos conociendo propuestas tan “vanguardistas” como la proliferación de gatos callejeros como “incentivo turístico”. Así como suena. El PSOE en el Ayuntamiento de Almería afirma que la política del equipo de gobierno municipal ha fracasado y es cruel con el tratamiento de los animales abandonados en las calles. Por tanto, se propone no trasladar a los mininos a reubicación, sino dejarlos sueltos por el casco histórico como argumento depredador de ratas e insectos y como “incentivo turístico (…) como ocurre en otras ciudades”. Me pregunto a qué ciudades se refieren… y a qué época del Medievo. 
Esta ocurrencia revela el nivel para una hipotética gestión de la ciudad. Discursos con agresividad felina y gatos en la barriga. Eso es lo que necesitamos como plan estratégico. 







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