Apostar por la Feria de Almería

Vuelve uno a donde solía y se encuentra con esa fiesta de la democracia que es el tradicional balance de la Feria. Ya saben: unos que muy bien y otros que muy mal. Es sabido que cada cual cuenta la feria, por decirlo finamente, desde la subjetividad de su percepción, pero no me fijo en eso ahora. Me quedo con la idea extendida de que uno de los puntos más flojos de la Feria de Almería de este año ha sido la escasa proyección de la Feria de Noche. Y no en cuanto a la afluencia de público, al número de atracciones o los puntos de restauración, sino en la falta de casetas de toda la vida. Apenas unas pocas. Y naturalmente, el debate social está ahora en ese punto tan característicamente almeriense de la queja amarga. Y ante este lamento hay dos actitudes: o nos sumamos a la coral plañidera tan reconocible en cualquier circunstancia almeriense o enfrentarnos al problema desde una perspectiva razonable. ¿Quién hace la Feria, el Ayuntamiento o los almerienses? Uno está por pensar que quien hace de verdad la feria es la gente o esa sedicente “sociedad civil” que en Almería hace permanente dejación de funciones. Veamos un ejemplo. Tengo ante mí el listado de casetas feriales de este año en Málaga. Allí han instalado módulo entidades financieras, asociaciones empresariales, colectivos culturales, peñas privadas, partidos, sindicatos, colegios profesionales, colectivos de artistas, agrupaciones carnavaleras, clubes deportivos, asociaciones de inmigrantes, multinacionales y medios de comunicación, además de bares y locales de copas. ¡Hasta la Casa de Melilla monta caseta en Málaga! ¿Es que no tenemos de eso en Almería? ¿Por qué todos estos colectivos no apuestan por la Feria de Almería? Será porque montar una caseta es mucho follón. Es mejor no hacer nada y entregarnos al jipío de la decadencia de la Feria. O eso, o echar la culpa al Ayuntamiento, que para eso está.