Estamos en días que invitan a reflexionar, a mirar en otras direcciones de las habituales, por ejemplo, a los ojos de los niños, de las mujeres maltratadas y de nuestros mayores, de todos ellos, pero muy especialmente de quienes por el devenir de la vida se encuentra solos, bien en hospitales, residencias o en sus propias casas. Una soledad de la que nadie parece percatarse y que es más dolorosa en estas fiestas. Unas fechas en las que siguiendo la vieja tradición muchas familias se reúnen en torno a la mesa, quizá tras meses, años, de no verse, de no tener contacto.
Cenas en las que se echa en falta la presencia de los padres, de familiares cercanos que ya se han ido o de los que por enfermedad u otras causas no pueden acompañarnos, lo que acrecienta el sentimiento de orfandad que sentimos cuando les perdemos. Joaquim Bosch Grau, juez en Valencia y ex portavoz de Jueces y juezas para la Democracia, envió hace unas semanas, un mensaje desde su cuenta de twitter que parte el corazón y que decía lo siguiente: “Cada vez me pasa más, como juez de guardia, encontrarme con cadáveres de ancianos que llevan muchos días muertos, en avanzado estado de descomposición. No sé si está fallando la intervención social o los lazos familiares. Pero indica el tipo de sociedad hacia el que nos dirigimos”.
Fue tal impacto que tuvo la denuncia del juez que inmediatamente corrió por la red hasta convertirse en la noticia más retuiteada del día. No era para menos, pues aunque no hay estadísticas al respecto, sí se sabe que en nuestro país viven solos más de dos millones de ciudadanos mayores de 65 años, lo que según el citado juez se debe “a que decenas de miles de ellos han sido abandonados, con riesgo potencial de morir si no cuentan con servicios que les atiendan”.
Una denuncia que no ha tenido contestación de ningún organismo oficial, ni para bien ni para mal. Simplemente los políticos de turno, han hecho oídos sordos, que es la mejor manera de no hacer nada de lo que de ellos se espera. No es ningún secreto tampoco que en fechas tan señaladas como estas, en Semana Santa o verano, muchas familias dejan a sus “viejos” aparcados en las salas de espera de los hospitales o en residencias, entre otras causas debido a que los recortes en temas sociales -como la aplicación de la Ley de Dependencia- han sido cuantiosos, lo que demuestra que reciben menos los que más deberían contar con las ayudas sociales.
Y estos recortes provienen no solo por parte de sus propias familias, que doy por supuesto aunque en numerosas ocasiones sean los hijos quienes les abandonan, sino también por parte de los gobiernos, que solo buscan que les cuadren las cuentas -las nuestras no las suyas-, sin pensar en las consecuencias que esos tijeretazos tienen en la vida de las personas, en la vida de los más vulnerables, cuyos nombres saltan a diario a la prensa. Por esa razón quiero reconocer públicamente la labor que está llevando a cabo la Asociación Benéfica Geriátrica, a través de la campaña ‘Ningún mayor sin regalos de navidad’. Una campaña en la que participan muchos voluntarios que se desplazan a los grandes centros hospitalarios, en este caso de Madrid, para entregar los regalos de Reyes a todas esas personas que se encuentran enfermas y solas.
Una labor que sumada a la que lleva a cabo el Padre Angel a través de Mensajeros de la Paz, es lo que hace que sigamos creyendo en la bondad de la gente.
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