Complicado pero no imposible

José Luis Gómez
07:01 • 11 jun. 2018

Cuando en un país, como pasa ahora en España, se suceden las especulaciones y se vive la política a un ritmo de vértigo, es porque se carece de estabilidad; incluso de centralidad. Y en un país en el que en solo cuatro años ha pasado de todo y más --Podemos, cambio de rey, alcaldes rupturistas, bloqueo institucional, decapitación del líder de la Oposición, pacto antinatura para que gobernase Rajoy, Cataluña al borde de la independencia, caída del eterno Mariano, resurrección de Pedro Sánchez-- todo sigue abierto.


Pero tal vez no tanto como para tener otros cuatro años de vértigo. ¿Por qué razón? Por un doble motivo: la economía sigue mejorando y los dos grandes partidos pueden recuperar la centralidad. Ya no es para ninguno de ellos un objetivo imposible. España no va a parecerse a Suiza pero tampoco a Italia. Menos aún a Grecia o a Venezuela. España sigue con muchos problemas --desigualdad, precariedad, pobreza...-- pero ya no hay nada que no pueda arreglarse o, cuando menos, encauzarse. Si bien puede pasar de todo --que vuelva el PP, que Cataluña tense la cuerda...--, no parece previsible que lo sucedido en los últimos cuatro   años se vaya a repetir. El PP y el PSOE no están acabados, Podemos y Ciudadanos lo tienen difícil, y la Unión Europea puede contribuir a ello de manera decisiva. ¿Por qué? Por una sencilla regla: si hay más Europa, que es lo probable a partir del consejo de este mes, habrá menos populismo de izquierdas y de derechas, y menos independentismo populista. No se trata, por tanto, de que vayan a desaparecer los populismos de Europa, tampoco los independentismos, pero sí de que se resitúen en su dimensión. ¿Puede la UE conseguirlo? Si quiere Alemania, sí. Una nueva política a través del Banco Central Europeo y de Bruselas con más presupuesto contribuirá decisivamente a la estabilidad social y política. No lo veremos en un mes ni en dos.







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