Hay crónicas que marcan para siempre. Una de ellas la escribió Kayros sobre Las mujeres enlutadas de Adra. Un monumento periodístico sobre el naufragio de un pesquero de ese puerto y el dolor de las viudas de los pescadores. La leí en La Voz una lejana mañana de la adolescencia y nunca la he podido olvidar. En aquel tiempo de cerezas y limoneros jamás hubiera imaginado que, años más tarde, dirigiría el periódico en el que descubrí un talento periodístico y sentimental tan grande. Por eso, cuando ese momento llegó, no dudé un momento en recuperar a su autor para ennoblecer con sus artículos las páginas de Opinión.
Durante muchos años, cada mañana Kayros asistió con puntualidad y casi prudencia franciscana a su cita con los lectores. Escribió miles de artículos desde la libertad que en otra época le negaron y son y serán sus análisis una lectura obligada para quienes intenten comprender la historia de Almería de los últimos 45 años.
Ayer nos dijo adiós pero sus crónicas y sus artículos quedarán para siempre. Descansa en paz compañero, que la tierra te sea leve porque tu compromiso con el Periodismo y con esta provincia ya es eterno.
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