Napoleón creía que cuando alguien nombraba una comisión era porque el problema no tenía solución. Algo similar ocurre cuando en puertas de unas elecciones un partido no encuentra un candidato propio presentable y decide lanzar a un paracaidista. Lo acaba de anunciar el PSOE pensando en la alcaldía de Madrid. El señalado es "Pepu" Hernández, entrenador que fue de la selección española de baloncesto que conquistó el campeonato del mundo en el año 2006. No hay duda de que ha sido Pedro Sánchez, practicante de este deporte en sus años mozos de estudiante, quien ha metido al bueno de "Pepu" en este lío. Porque eso, un lío fenomenal, es lo que le aguarda a juzgar por la trayectoria cainita de la Federación Socialista de Madrid. Sabido es que los candidatos han de someterse a elecciones primarias y ahí le esperan los afiliados. Parte de los socialistas madrileños todavía no han digerido la humillación y el descabello al que Pedro Sánchez sometió a Tomás Gómez, su líder durante años. Es probable que quien hasta ahora era la portavoz del grupo municipal ("Puri" Causapié) se haya enterado por la televisión del nombre del candidato a sustituirla. Muy aburrido debe estar el señor Hernández para haber aceptado meterse en el avispero que le aguarda, sabido que la última encuesta que conocemos sitúa al PSOE de Madrid en la última posición en expectativa de voto y por detrás de Vox.
En la política los experimentos con paracaidistas, rara vez salen bien. Tenemos el caso reciente de Ruth Beitia en Cantabria. Promocionada por Pablo Casado para encabezar la lista del PP que aspira a recuperar la presidencia de aquella comunidad -marginando a María José Sáenz de Buruaga la líder del partido en la región-. Dos semanas duró el liderazgo impuesto desde Madrid. La política tiene códigos propios que quienes proceden de otros ámbitos desconocen o no tragan con ellos.
Aunque en otro plano, en cierto modo, también se enfrenta a no pocas reticencias Manuel Valls -candidato a la alcaldía de Barcelona- pese a ser un veterano de la política que en Francia ha pasado por todos los escalones de la política. Fue alcalde, ministro y hasta primer ministro. Ruth Beitia acabó renunciando y no hace falta tener carné de profeta para avizorar que ni Manuel Valls ni "Pepu" Hernández van a coronar con éxito su aventura. Este tipo de operaciones de diseño suele terminar en fracaso. En política, el riesgo que corren los paracaidistas, es acabar estrellándose.
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