Jose Fernández
21:21 • 19 sept. 2011
No seré yo el que recele de los beneficios de las infraestructuras que nuestros cargos públicos inauguran en festivo corte de cintas y otros juegos florales. Por lo tanto, soy de los que saludan como positiva la puesta en marcha de una parte de una desaladora o la reconversión del viejo hospital provincial en un centro más moderno. Ahora bien, no me busquen en el corifeo de obnubilados que, desde la desmemoria más interesada, obvian el hecho de que todas estas aperturas llegan, o bien con un retraso indecente, o no cubren ni de lejos las expectativas que los mismos que ahora cortan la cinta prometieron en su día. Pretender que los titulares cariñosos corrijan las insuficiencias de los proyectos o eliminen el desprecio que supone hacer las cosas tarde y mal es un empeño vano, pues la gente tiene ya una percepción que es impermeable del ritmo o tono que se quiera imprimir desde la prensa más sintonizada o las firmas más cariñosas. El dicho del "más vale tarde que nunca" no vale a la hora de juzgar la gestión de una administración que reclama, con puntual meticulosidad, los plazos y deudas de los ciudadanos corrientes. Y así, mientras aplaudamos con tono pecuario que los políticos celebren con alardes de gloria sus retrasos e incumplimientos, seguiremos dando carta de naturaleza a las inolvidables declaraciones del entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, que, preguntado por una reportera cuando vino a Almería a inaugurar con un copetín -y con diez años de retraso- la A-92, se limitó a decir: “Señorita, no enturbiemos la alegría del día”.
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