La estantería de Javier Gilabert

Miguel Ángel Blanco
07:00 • 19 mar. 2019

El sentir poético permanece refugiado, en silencio, en el interior de los libros colocados en estanterías. Los libros de papel nos observan. Seguros. Conscientes de que son el lugar de refugios de historias de ficción y realidad. Todo lo que encierran los libros forma parte de la realidad. Son historias que han pasado por el lector de libros y que el tiempo ha ido acumulando en su memoria personal. Y de esa memoria se ha desprendido “En los estantes” (Esdrújula Ediciones, Colección  Diástole, Granada, 2019) de Javier Gilabert (Granada, 1973), poemario presentado recientemente en el Museo de Arte de Almería. 


“En los Estantes” es la respuesta a cuánta poesía puede permanecer en el interior de los libros de las estanterías (“Duermen todos mis libros”). Tres poetas fundamentales se asoman a la contemplación del autor: Javier Egea, José Ángel Valente y Claudio Rodríguez, como flechas que apuntan a la dirección inspirada. El poemario está estructurado en una iniciación: “Duermen todos mis libros”). Y tres dimensiones: Mudanza (“Me sorprende que quepa la vida en los estantes”), La Estantería (“La vida es ese instante con máscara de días en el que solo cabe una existencia) y los Libros (“Llegó el dulce momento de abandonarlo todo”); Prólogo de Antonio Praena y Carta-Epílogo de Fernando Jaén.

Imaginad un cambio de lugar, de territorio, la casa, los muebles, las estanterías y la multitud de libros, que pueden quedar inertes, apilados, silenciados, dormidos en cajas de cartón. Y de repente, surge un nuevo lugar. La nueva situación puede modificar la actitud de las palabras encerradas. La fuga es inminente, La poesía, desde la contemplación interior, se transforma en la escapada libre.



Una vez superado el tiempo dormido renace el momento de cada palabra sublime, desde la simplicidad y sencillez que va desvelando el libro. El poemario viaja a los lugares cercanos de Javier Gilabert: el patio de la casa, un pequeño árbol, la identidad personal del poeta con el eco de los juegos infantiles. Los libros de la estantería van descubriendo su interior poético en el momento de la mudanza. El poeta asume su situación: “…me nombro entre las líneas de unos versos”. 


Continúa la búsqueda. El poeta contempla el infinito sobre las rocas, recorre el pasillo de la casa, observa los cristales en la nocturnidad, siente que hay una compañía. Y asume que hay vida en los pequeños espacios de los estantes de una librería. Van surgiendo distintas situaciones, situaciones, momentos y el sentir poético, una atmósfera que puede pasar desapercibida.



En esta actitud poética de Javier Gilabert (“La vida me regala en un latido/ la paz que en una vida me ha quitado/. Comprendo en ese instante en qué consiste/ ser uno y no ser nada ala mismo tiempo”) transcurre el tiempo de la naturaleza, del agua, del cosmos, del silencio interior, de las historias encerradas, de las palabras. Y siempre el misterio. 

Y así  continúa la búsqueda permanente de Javier Gilabert frente a la estantería de los libros que han construido su naturaleza poética vital. 





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