¡40 años ya!

Fausto Romero-Miura
07:00 • 05 may. 2019

El martes leí en La Voz dos artículos que me interesaron mucho.



Uno, de Simón Ruiz, titulado “Inquietud en los Partidos por los resultados de Vox y las municipales.”



Otro, de Paco Giménez Alemán, titulado “El personal estaba harto de coles”.



El de Simón trataba de una especie de imposibilidad de calcular los resultados de las elecciones municipales, surgida de los de las del pasado domingo, pues Vox se ha consolidado como la tercera fuerza política en la provincia, con 62.539 votos, y ha presentado candidatura a la Alcaldía de veinte poblaciones muy pobladas, y ha sido el Partido más votado en El Ejido –populoso y tradicional feudo del PP- en Níjar, igualmente populoso, y quedado en segundo lugar en varias poblaciones.



El de Paco Giménez Alemán, trata la incapacidad del PP para apercibirse de que la sociedad española ha evolucionado a ritmo vertiginoso y, sin embargo, el Partido ha seguido sirviendo siempre y sólo “coles” –como le dijo un camarero sevillano- y no ha sabido adaptarse a las nuevas necesidades que ese cambio demandada.



El domingo 26 de mayo se celebran Elecciones municipales y Europeas y, menos en Andalucía y Valencia, autonómicas. En este inusual año electoral, ¿cabe extrapolar los resultados de las Generales del domingo pasado a las próximas, hay alguna especie de similitud entre ellas?



Con las Municipales, creo que no, en absoluto: las Municipales son unas elecciones cariñosas, cercanas, afectivas: los ciudadanos tenemos la oportunidad -que es ocasión y derecho- de elegir a nuestra madre o a nuestro padre.



Los concejales y alcaldes no son políticos –concepto degenerado- sino –deberían ser- servidores de su familia más cercana: sus paisanos. Gestores y “pastores con olor a oveja, nada que ver con esos que huelen a perfume caro y que miran de lejos y desde arriba…”, paterfamiliae encargados de que la casa común -el pueblo-, como ser vivo que es, tenga cada vez una vida mejor con un mayor estado del bienestar que, no se olvide, significa estar bien.

Por ello, se vota más a las personas que a los Partidos. A los concejales y alcaldes no se les mide tanto por su ideología ni la de su Partido, como por su dedicación y eficacia, incluso, amistad. Y más hoy, con la degeneración antidemocrática que los ciudadanos percibimos en los Partidos.

 Concejales y alcaldes deben ser personas de poco sueño y muchos sueños. Lo dijo Kennedy: necesitamos hombres que puedan soñar cosas que nunca han existido. 


 No es posible que los problemas del mundo sean resueltos por escépticos y cínicos cuyo horizonte se limita a las realidades palpables. “Es la imaginación la que enciende la lenta mecha de lo posible”, dice Emily Dickinson.

La prueba de que son  elecciones cercanas, familiares, personales, es los 31 alcaldes, todos hombres, que se mantienen en el cargo –desaparecida UCD, que fue mayoritaria, en las filas del PSOE, PP o independientes- desde hace cuarenta años, ¡todo el amplio periodo democrático!,  de los 8.054 elegidos entonces, pues han sido reelegidos en todas las elecciones celebradas desde aquellas ilusionantísimas de 1.979, en las que tuve el honor de participar como candidato a la Alcaldía de Almería encabezando la lista de la extinta UCD, que fue la más votada.


Y estos Alcaldes vitalicios, que han pasado de jóvenes revolucionarios veinteañeros a abuelos venerables, se dan tanto en ciudades de pocos habitantes -como Mauricio Martínez, del PP, en Valdarachas, Guadalajara, con  sólo 35 habitantes, menos que los familiares que se reunirán con él en Navidad, e insuficiente para jugar un partido de fútbol con titulares y suplentes- hasta en poblaciones medianas, como la madrileña Villanueva de la Cañada, con  21.000 habitantes, sede de la Universidades Alfonso X el Sabio y Camilo José Cela, en la que oficia como alcalde, desde hace cuarenta años, Luis Partida, compañero mío entonces en UCD, quien, a sus 73 años, sostiene que “de una aldea de 1.006 habitantes hemos construido una ciudad de 22.000 –más veinte mil universitarios de población flotante- con todos los servicios” y que tiene tanta ilusión como el primer día, por lo que se presenta a la reelección que espera sea, una vez más, por mayoría absoluta.

Para este alcalde, lo más reseñable es la gran diferencia entre la política de los ochenta y la actual y recuerda que “entonces se trataba de construir, mejorar y olvidar y siempre había acuerdo”.


Y, con Luis Partida, en Villanueva de la Cañada, integran la lista César Sánchez, de Alcañizo, Toledo, con 250 habitantes; Antonio Catalán, de Alforque, Zaragoza, con 69 habitantes; José Ángel Recio, de Almajano, Soria, con 183 habitantes; José Luis Seguí, de Almudaina, Alicante, con 104 habitantes; Senén Pousa, de Beade, Orense, con 515 habitantes; Felipe Miralles, de Benimantell, Alicante, con 501 habitantes; Juan Manuel Díaz, de Berzosilla, Palencia, con 41 habitantes; José Luis García, de Brión, La Coruña, con 7.590 habitantes; Claudino García, de Cantiveros, Ávila, con 115 habitantes; Amador Álvarez, de Carrascalejo, Cáceres, con 230 habitantes; Ricardo Díez, de Castillejo de Mesleón, Segovia, con 130 habitantes; Cecilio Lera, de Castroverde de Campos, Zamora, con 303 habitantes; Faustino González, de Cuenca de Campos, Valladolid, con 229 habitantes; Paulino Collado, de El Recuenco, Guadalajara, con 60 habitantes; José Alberto Valencia, de Enériz, Navarra, con 298 habitantes; Francisco Jaime Pascual, de L’Alquería d’Asnar, Alicante, con 491 habitantes; Esmeraldo Marzo, de Mainar, Zaragoza, con 151 habitantes; José Luis Rico, de Marzales, Valladolid, con 48 habitantes; Ignacio Gordón, de Matillas, Guadalajara, con 106 habitantes; Evaristo Domínguez, de Meruelo, Cantabria, con 1982 habitantes; Gregorio Benedi, de Plasencia de Jalón, Zaragoza, con 320 habitantes; José Antonio Pérez, de Quintela de Leirado, Orense, con 611 habitantes; Francisco Manuel Asón, de Ribamontán al Mar, Cantabria, con 4.447 habitantes; Ángel Prada, de Rosinos de la Requejada, Zamora, con 365 habitantes; Manuel Gallego, de Taboadela, Orense, con 1.690 habitantes; Carlos Rivera, de Torremocha del Jarama, Madrid, con 975 habitantes; Pere Moradell, de Torroella de Fluviá, Gerona, con 723 habitantes; Mauricio Martínez, de Valdarachas, Guadalajara, con 35 habitantes; Armendo Robredo, de Valle de Mena, Burgos, con 3.379 habitantes; y, para cerrar, Juan Manuel Sánchez Gordillo, de Marinaleda, Sevilla, con 2.616 habitantes, el único andaluz de la lista. 

Todos ellos son la mejor prueba de que se equivocó Siegfried Lenz cuando afirmó que “quien resiste, gana”: no es una guerra, sino una historia de amor la que mantienen los ciudadanos con sus buenos alcaldes.

Claro que, por la misma regla de tres, hay listas en  que ni sus propios integrantes se votan. Y sucede en Almería. 

¡Debe haber muchas familias monoparentales! No se explica de otra manera que ni por amor o, siquiera, por caridad o despiste no les haya votado su novia/o, mujer, madre, padre, abuela, hijo o vecino compasivo.

¡Pobres!


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