La economía española acelera su caída. Hace unos días rebajaban sus previsiones de crecimiento el BC o Funcas y ahora el Banco de España. Lo sorprendente es que el banco emisor lo ha hecho nada menos en 4 décimas, hasta situarlo en el 2% y en el 1,7% para 2020. Asegura en su informe trimestral un notable debilitamiento de la demanda interna, un importante retroceso de la inversión en bienes de quipo y un escaso dinamismo tanto de las exportaciones como de las importaciones. Y, lo más preocupante, observa que la economía española refleja una resistencia menor a la incertidumbre, por la desaceleración global, de lo que se podía pensar hace apenas unos meses. En consonancia con estas peores previsiones, estima el Banco de España que la tasa de paro será 2 décimas más alta de la prevista inicialmente y que se situará en el 14,1%. Las dos únicas noticias menos malas son que el déficit público no se desviará de lo previsto y que no atisba recesión, al menos en el corto plazo. Eso sí, no lo descarta si los factores negativos, que son muchos, siguen su camino y no se solucionan o se agravan.
En todo caso, la incertidumbre es muy elevada y ya venimos advirtiéndolo desde hace meses, ya que lo vienen mostrado los datos conocidos y los que señalan los indicadores adelantados que maneja el propio Ministerio de Economía. Es obvio, que en España, todo se va a complicar mucho más por la situación de incertidumbre política que vivimos y ya desde hace años. Ahora, nos enfrentamos a una repetición de las elecciones y de momento no parece que vayan a aclarar mucho las cosas, teniendo en cuenta además que habrá un actor político más. La fragmentación puede volver a hacer un país ingobernable.
Habrá que esperar aún hasta el 10 de noviembre para comprobarlo. Pero, es evidente que, en el mejor de los casos, podríamos estar hablando de tener un gobierno allá por enero. Serían ya muchos años perdidos para las reformas urgentes que necesita la economía y el saneamiento de las cuentas públicas. Problemas como el de la sostenibilidad de las pensiones o la productividad no pueden esperar.
Políticas económicas y de la adopción de medidas que permitan elevar la capacidad de resistencia de la economía española ante un eventual empeoramiento del contexto macrofinanciero global.
En concreto, lamenta que se dispone de pocos detalles acerca de la política fiscal, en un contexto en el que el todavía elevado nivel de deuda pública hace que las finanzas públicas españolas sigan presentando "elementos de vulnerabilidad ante eventuales perturbaciones adversas".
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