Como conoce bien el terreno que pisa, Pedro Sánchez sabe que la simplificación parvularia es en España, o lo que quede de ella, un recurso de amplia distribución y excelente consumo. Y así, iremos viendo en el futuro que buena parte del relato del nuevo gobierno bicéfalo se basará en la prescripción contra el mal supremo que supone la derecha, en singular o plural según convenga. Se anunciarán medidas que actuarán como receta contra el tumor infame del fascismo agazapado en todo aquello que no se ajuste a la norma prevista. Progresismo feliz frente a lo que el propio Dr. Fraude denominó como Coalición del Apocalipsis. Pero incluso en eso plagia mal el presidente que llegó al cargo igual que llegó al doctorado. El Apocalipsis no es una película de catástrofes, sino el anuncio de un tiempo nuevo, algo que en teoría correspondería proclamar a Coalición del Llanto Alegre. Así dice el Libro: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más… Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono -valga también la posición de acostado en el colchón nuevo de Moncloa- dijo: Yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” Es decir, que el Apocalipsis no está tanto en una derecha rabiosa como en una izquierda alucinada: ellas y ellos son ahora los apóstoles del tiempo nuevo, de la felicidad dialogante, del cese de la incertidumbre y de la verdad verdadera. Pero mientras llega ese momento y si ningún ministerio sanchezpablista me acusa de propagar bulos, conviene recordar que quien prometió ayer el cargo -por su conciencia y por su honor- lo hizo de la mano de cómplices de golpistas y legatarios de asesinos a los que el futuro de España les importa, literalmente, un comino. Y esto no es una opinión, sino un hecho.
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