La magia de los libros

José Luis Masegosa
07:00 • 10 feb. 2020

El mundo hispano habla con voz cervantina. Más de medio millón de seres humanos se comunican por medio de nuestra lengua. Los libros protagonizan nuestras vidas  y conforman el mejor instrumento que hayan parido las civilizaciones que nos han precedido. Un elemento aparentemente inerte, pero vivo y activo hasta límites ignorados. Si el poeta y profesor Georges Barker hubiera sospechado de las consecuencias directas que tendría la publicación de su poemario, tal vez lo hubiese puesto a la venta al público muchos años antes. 


Décadas atrás, enunciaba: “Estoy en una esquina de Monterrey, de pie, esperando que llegue el autocar, con todos los músculos de mi voluntad reteniendo el terror de afrontar lo que más deseo en el mundo. La aprensión y la tarde de verano me resecan los labios, que humedezco cada diez minutos, a lo largo de las cinco horas de espera...”.Así comienza la novela autobiográfica de Elizabeth Smart “Junto a los ríos de Babilonia nos sentamos y lloramos, recordando Sión”, según el titulo original, que, sin embargo, en las tres ediciones publicadas ha salido bajo la nominación “En Grand Central Station me senté y lloré”. Se trata de una obra publicada por primera vez en 1945 y traducida a numerosos idiomas, que encierra en sí misma la pasión de la autora por un hombre casado, Barker, de quien se enamoraría incluso antes de conocerlo personalmente. Con tan solo veinticuatro años, la autora-protagonista de la obra, Elizabeth Smart, nacida en el seno de una de las familias más conocida  de Otawa, en Canadá, decide entrar en una librería de Londres, ciudad en la que cursa estudios de pintura, teatro y  piano, y adquiere un libro de poemas de Barker. Nada más ojearlo decidió que el autor del poemario era el hombre de su vida, pese a que no lo conocía personalmente. El empeño y el deseo pudieron más que las circunstancias personales de ambos protagonistas y de la distancia de miles de kilómetros que les separaban. Tres años después Elizabeth conoce a Barker, quien estaba casado, pero quien no pudo evitar la irrefutable pasión y el amor desbordado que la autora canadiense sentía por él y que ésta narra con un prodigioso lenguaje en la obra que escribiría años después. La pareja tuvo varios hijos, aunque también sufrió una tormentosa relación.


Elizabeth Smart murió en 1986, tras concluir otros trabajos y legar una de las historias más bellas y emotivas que la Literatura haya dado, pero con su obra la autora también ha dejado constancia del ilimitado poder de los libros, un poder del que no todos los mortales pueden hacer uso, pese a los sofisticados, novedosos y hasta caprichosos soportes y sistemas que el mundo editorial nos ofrece en la actualidad.



A la creciente y extendida actividad impresora que a modo de editorial pone al alcance de la mano de cualquier poseedor de unos cientos de euros la posibilidad de satisfacer su ego creador con la “edición” de su “obra”, se ha unido ahora otro medio ágil, inmediato y eficaz para facilitar varios miles de títulos literarios. Bajo la firma de “La isla de papel” la librería sin libros atiende al consumidor del libro-papel en menos de un periquete, de tal guisa que el comprador de turno se pasa por el establecimiento donde demanda el título  y autor que precisa y mediante la selección digital en una pantalla, una prodigiosa maquinita “vomita” en su bandeja el ejemplar requerido, como si de un bocata de calamares se tratara. Lo siguiente es pagar y  disfrutar de la lectura elegida, por lo que  esta oferta de “libros a la carta” goza ya de gran aceptación.  Sin embargo, ni este medio de adquisición, ni el libro electrónico, cuyas expectativas no superan el porcentaje del seis por ciento de los lectores, han logrado reducir ese cuarenta por ciento de españoles que no leen libros o leen muy poco en su tiempo libre, a pesar del moderado crecimiento de lectores en los últimos años. A pesar de ello, nada ni nadie podrá evitar la intrínseca magia que tienen los libros.





Temas relacionados

para ti

en destaque