Mantener viva la memoria de Franco

La portavoz en el Congreso del PSOE, la singular Adriana Lastra, ha anunciado que la reforma del Código Penal en la que está trabajando el nuevo Gobierno incluirá como delito la exaltación del franquismo. Cabe ahora señalar que la mencionada portavoz ha admitido no haber visto aún ningún borrador y que tampoco ha podido precisar los límites y aplicaciones del concepto “exaltación”, lo cual nos vuelve a achicar los espacios del terreno de juego del sanchismo: la inconsistencia y la impostación. Nada ajeno al discurso habitual de la señora Lastra, que sigue sin ser capaz de precisar en qué o de qué ha trabajado antes de ocupar su destacado puesto actual. En todo caso, creo que la primera condena resultante de la aplicación del nuevo texto legal habrá de recaer sobre el propio Gobierno, pues no existe otra organización o colectivo que lleve trabajando durante más tiempo y con más determinación por mantener viva la memoria del desaparecido dictador. De hecho, en alguna ocasión he escrito -y creo que sin desacierto- que la Fundación Nacional Francisco Franco debería demandar al postzapaterismo orgánico por su manifiesta y desleal competencia en su tarea de -copio textualmente los estatutos de este club de raros nostálgicos- “difundir y promover el estudio y conocimiento sobre la vida, el pensamiento, el legado y la obra de Francisco Franco Bahamonde.” 

¿Acaso alguien mantiene en España esta misión con más disciplina y más tesón que los progres? Vamos, que los de la Guardia Mora eran unas nenazas en comparación con el ímpetu retrospectivo con el que, a diario, se empeñan en sacar a pasear -de palabra o en helicóptero- la momia de Franco, el espectro del franquismo y la larga lista de padecimientos que jamás podremos superar. Esta gente se ha empeñado en meter el marcapáginas de la ingeniería social en el libro de nuestras vidas para que no haya manera de salir del bucle de Franco. De verdad, qué hartura. Qué pelmas.