Almería es líder a nivel nacional en aumento de la pillería y pellejería (fraude) en los partes por presuntos siniestros de accidentes de tráfico. Según un estudio de la compañía de seguros AXA, Almería es la primera de España en crecimiento del fraude, seguida de Ávila y Cantabria. El dudoso honor de encabezar este ranking nacional se colige con las cotidianas y reiteradas muestras de incivismo y ausencia de respeto por las normas de tráfico… y de convivencia mínimamente civilizada. De nada sirve entregar la mejor herramienta a un lerdo que no sabe ni cómo cogerla.
Estoy totalmente persuadido de la extraordinaria labor de las autoescuelas que forman y educan a los futuros conductores. El gran misterio surge cuando, una vez conseguida la licencia, algunos conductores se olvidan, ignoran y vulneran normas tan sencillas como circular por una rotonda (glorieta), aplicar debidamente el indicador de cambio de dirección (intermitente) o respetar los carriles de preselección. Y si esto ocurre en usuarios debidamente formados que superaron las pruebas de aptitud, qué decir de la fauna que se adentra en la selva sin conocimientos o aptitudes demostradas y exigidas.
La proliferación de ciclos y patines, interactuando con todo tipo de vehículos y vías, ha venido a modificar los distintos espacios existentes. El carril bici ha sido el mayor, costoso y a veces inútil e irritante logro de Izquierda Unida durante su gobierno de coalición con el PSOE. Han desaparecido plazas de aparcamiento en superficie y se han estrechado calzadas y aceras para ganar espacio a un carril presuntamente “exclusivo” para bicicletas y patinetes. Estas medidas y facilidades, si se utilizasen con racionalidad y educación -la vial también-, serían de gran utilidad y general sosiego para los continuos sobresaltos que se prodigan a diario. Pero no todo el problema radica en la falta de educación y mínima exigencia (ninguna) hacia los que se incorporan a las vías públicas para “convivir” con el resto de vehículos: nada de seguro de responsabilidad, nada de identificación, matriculación o impuestos y, consecuentemente, nada de control para posibles sanciones.
Pero no todo reside en las malas prácticas de unos pocos, que no han de perjudicar al resto que sí sabe y practica la buena convivencia; también las diferentes administraciones han contribuido a generar confusión y malas costumbres. Me refiero a los pasos de peatones/bici, algunos regulados por señalización semafórica, que sí permiten el paso de cualquier persona que pueda ir a bordo de una bici, patín o peatón cargando con un frigorífico tipo americano, cualquier cosa mientras el semáforo les esté en verde. El problema surge cuando los usuarios de bicicletas y patines “asimilan” que el paso de peatones (cebra sin semáforo) les faculta para cruzar montando su vehículo, y esto les está prohibido, suponiendo un grave riesgo para el conductor de un automóvil; pues no es lo mismo que acceda un peatón caminando a que aparezca una bicicleta a cinco veces más velocidad.
Igualmente, en el Paseo Marítimo existe un carril bici con “prioridad peatonal”, toda una invitación a una sobresaltada convivencia. Este demoníaco “invento” consta de la sorprendente infraestructura de unas simples bandas de pintura, sin olvidar la señalización vertical de la citada convivencia ciclista-peatón, con prioridad peatonal, y que parece nadie haber visto.
Afortunadamente sin incidentes se saldó un episodio que pude contemplar en la carretera de la Universidad: autobús articulado de gran longitud adelanta a un “pelotón” de ciclistas; llega en sentido contrario un bólido… y de milagro se salvaron ciclistas, bólido y autobús. La pregunta es si hay carril bici, y la respuesta es positiva. ¿Por qué algunos ciclistas -que parecen profesionales- no usan el carril adecuado y ponen en riesgo la circulación con su particular y diaria “Vuelta ciclista a la Costa” en una carretera angosta y frecuentada por autobuses de gran eslora?
Para terminar, me pregunto cuál es el grado de convicción sobre el soterramiento integral del ferrocarril para Ayuntamiento y Junta de Andalucía cuando se realizan obras de ampliación del carril combinado bici/peatón en el paso elevado de Av. Mediterráneo. Se supone que este paso elevado es obligado por la existencia de la vía del tren, circunstancia que hace compleja la circulación en Av. Montserrat, paso deprimido de La Goleta… La solución, si hubiese soterramiento, es una amplia glorieta en superficie, desapareciendo el paso elevado -ya sin sentido- y permitiendo una mayor conectividad entre las vías ahora afectadas y mal conectadas. Por cierto, la obra del paso elevado, como era de esperar, quita espacio a los vehículos que sí pagan impuestos por circular. O sea, pagas para perder tu espacio en beneficio de los que ni pagan, ni se controlan… y a veces te apartan con displicencia. ¿Les suena esto?
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