Pedro Jekyll y Pablo Hyde. Dos caras, muy diferentes, de una misma moneda. El primero sacará a relucir la más encantadora de sus sonrisas este lunes para trasladar la 'ayuda del Estado', sin reproches, dijo, a la desventurada presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contra quien hasta hace apenas unas horas se lanzaban los más ácidos dardos desde La Moncloa. El segundo, el vicepresidente Hyde, mostró, en cambio, ese rostro en tensión, que él debe atribuir al Lenin mitinero, cuando, el sábado, pronunciaba su 'delenda est Monarchia' ante las gentes de su partido, Unidas Podemos. Sánchez Jekyll salió de inmediato, en la Sexta, a garantizar la fidelidad del Gobierno al espíritu constitucional, que, como se sabe, es monárquico. Los monclovitas y ministros más templados se esfuerzan en minimizar la enorme discrepancia: "cosas de Pablo".
Se me antoja difícil encontrar otros ejemplos en Europa, en el mundo, de un Gobierno bifronte como este. El Gobierno Jano. En un mismo día, el sábado, nos encontrábamos al Hyde republicano, combativo con 'la derecha' Ciudadanos, y al Jekyll que templa gaitas, inclusivo con todos --excepto con el Partido Popular, claro--. El que quiere, dice, que Ciudadanos le firme también los Presupuestos y el que asegura que los Presupuestos que elaboran en la sala de máquinas del Gobierno, "progresistas", no van a gustar nada a Ciudadanos.
No, seguro que Iglesias no hubiese acudido a la Puerta del Sol a consolar a la enemiga Ayuso, que sin duda se ha pasado de frenada y que confina, por los contagios, a casi un millón de madrileños en los barrios pobres o semi pobres. Alguna repercusión social, acaso muy profunda, tendrá lo que ocurra este lunes. Esos barrios, dicen los estudios, votan a la izquierda, y desde la izquierda les azuzan hablando de la mala gestión de la pandemia por parte del Gobierno 'de derechas' de Madrid. Hay brotes de indignación, nos lo cuentan las radios que entrevistan a 'sureños' que no han podido escapar a tiempo en el éxodo del pasado viernes. A saber en qué se va a traducir el cabreo, que siempre es mal consejero, sobre todo cuando se expresa en las calles porque no encuentra otros cauces.
Jekyll Sánchez es el que intenta apaciguar, con su sonrisa de actor duro, las tormentas que Hyde Iglesias provoca. Hay quien piensa, yo lo ignoro, que es un reparto de papeles poli bueno-poli malo para que Ciudadanos y Esquerra republicana, y Bildu, convivan como muy extraños compañeros de cama en los mismos Presupuestos gubernamentales, que aún nadie conoce en profundidad. Todos juntos bajo la batuta sanchista-eclesial. La cuadratura del círculo. Se muestra el espantajo de la República Federal, que teóricamente aquieta algo al próximo interlocutor Torra, y, al tiempo, se tranquiliza a la otra España asegurando fidelidad a la Constitución, "algo que Pablo acatará, lo suyo se quedará en lo 'declarativo'", te dicen voces ministeriales. También ignoro si las interpretaciones 'buenistas' serán las que acierten o si, por el contrario, tendrán razón los que se inclinan por un cierto catastrofismo, pensando acaso en la figura del general Berenguer, aquel de la 'dictablanda' del penúltimo Gobierno de Alfonso XIII.
Pero no vayamos tan lejos. La sangre dialéctica no llegará al río, esperemos. Quién sabe dónde y cómo acabará esta 'nueva anormalidad' que vivimos. La realidad ahora es acuciante. De momento, más de un millón de españoles se hallan en una situación que nadie quiere calificar como de confinamiento en varias partes del país, Madrid a la cabeza.
Y, mientras, el Gobierno, a saber cuál de los dos rostros del Gobierno, o ambos, saca lustre a una ley, la de memoria democrática, quizá necesaria en algún momento, pero excesiva en algunos de sus puntos y perfectamente prescindible ahora, cuando lo esencial es ponerse todos a empujar en una misma dirección, que tire el virus por el barranco. No nos distraigan. Ocurre que el virus se aclimata políticamente --claro que la política es importante para luchar contra una pandemia-- entre las dos Españas, la del mitin de Iglesias en la sede morada y la que, presidida por Felipe VI, conmemoraba este domingo en Viator el centenario de la fundación de la Legión, acto en el que la presencia del vicepresidente segundo del Gobierno del Reino de España hubiese sido impensable. Salvo que el guión de mantenerse en la alfombra roja lo exigiese, por supuesto. Sabemos en qué alfombra se hospeda Hyde. A saber en cuál de las alfombras posibles está Jekyll.
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