He tomado la costumbre de leer el periódico en la cama al final del día. Hojeo las páginas de actualidad, me detengo en las de salud, me deleito con las columnas de opinión, ignoro las de deportes, releo las de cultura y termino mi periplo periodístico en los horóscopos. “Quizá no sea prudente que confíes en exceso en una persona”. Agacho el periódico y miro de soslayo a mi pareja, con recelo. Él sigue consultando las noticias desde su lado de la cama. Ignora el melodrama que se avecina y me cuenta que Almudena Ariza, corresponsal en París, asegura que una visita al médico de tres minutos en la ciudad de la luz –y del amor– cuesta cerca de 90 euros, “no valoramos lo que tenemos”, añade. “¿Qué signo es Almudena Ariza?”, pregunto ante la incredulidad de mi pareja. Hago una búsqueda en la red y reanudo mi discurso absurdo: “Virgo, en el día de hoy tus expectativas son muy altas. Deberíamos consultar más el horóscopo”.
Lo confieso, me he aficionado a los signos del Zodíaco. Nunca he creído en ellos, ni siquiera ahora, pero intento leer entre líneas idilios, disputas, enfermedades y éxitos venideros. Tengo amigos que confían en la compatibilidad de sus ascendentes para elegir pareja, siguen solteros. Si tengo una disputa conyugal, mi hermana siempre me dice: “Si es que es Cáncer” y yo me quedo con cara de circunstancia, pensando en si me hubiera ido mejor con un Virgo.
El interés por los horóscopos no se reduce a mis más allegados, Simeone, uno de los entrenadores mejores pagados del mundo –no me hagan mucho caso en lo relativo al sueldo, ya saben que ignoro las páginas de deportes– consulta a los astros para fichar jugadores. Esperanza Gracia está perdiendo su potencial como coach deportivo.
Leo el horóscopo y apostaría mi mano derecha a que Isabel Díaz Ayuso también ha empezado a hacerlo. Si no, no me explico tan nefasta gestión. Podríamos hilar cada uno de los titulares absurdos que nos ha brindado con una predicción zodiacal aún más desatinada. Por ejemplo: “Libra, no tengas temor en tomar decisiones”. No, Libra. No lo hagas, que luego dices que la culpa es de los niños extranjeros. Igual deberíamos dejar de leer el horóscopo, creo que es el responsable de estas incongruencias y no que esta señora fuera la community manager del perro de Esperanza Aguirre. Es más, si todos revisáramos nuestra experiencia laboral, nos encontraríamos con empleos que nada tienen que ver con nuestro yo actual. Por ejemplo, cuando era becaria en mis tiempos mozos escribía los horóscopos de un periódico local. Nunca se tomen en serio los signos del Zodíaco.
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