Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, tiene sus defectos y ha cometido torpezas políticas de primer orden, pero no es Quim Torra y por ello ha optado, con buen criterio, por acatar la orden dictada por el Ministerio de Sanidad pese a no estar de acuerdo. Ni con su contenido ni con la forma de adoptar el acuerdo.
De la misma manera que, con todo derecho, Torra va a recurrir al Constitucional su inhabilitación, Ayuso, ejerciendo también el derecho que le asiste, va a recurrir la decisión adoptada y ya plasmada en el BOE. Cabe preguntarse si la contundencia del ministro Illa hubiera sido la misma si de Cataluña se tratara, queda la duda de si todas las propuestas planteadas no merecían cuando menos un rato de reflexión. Los hechos objetivos indican que la propuesta inicial del Gobierno ha resultado ser inamovible.
Con el acatamiento por parte de la Comunidad de Madrid a lo decidido por Illa, en principio, el debate ha quedado zanjado y mal haría Díaz Ayuso en continuar en constante polémica con el Gobierno central. La sociedad está cansada, temerosa y atenazada por la incertidumbre que genera no solo el virus, sino la crisis económica que va a caer a plomo sobre centenares de miles de españoles. Es obligación moral de los políticos no dar espectáculos innecesarios. Sabemos que los responsables políticos no pueden curar la enfermedad física, pero si pueden y deben trasladar a los ciudadanos un clima de un cierto sosiego.
Está claro que aun cuando Ayuso no es Torra, para la izquierda española capitaneada por Pedro Sánchez, sólo el PP es el responsable de la mala gestión, de la crispación. Es el PP el que pone en riesgo la Monarquía y no el joven Garzón y el propio Vicepresidente. Tenemos en España una izquierda perfecta, a la que no cabe hacer el menor reproche porque la discrepancia lleva aparejado el calificativo de facha o crispado. Pero no, no es así.
El PP tendrá su parte alícuota de responsabilidad de la situación sanitaria, económica, social y política de España, pero lo que no es asumible bajo ningún concepto es que esta izquierda, que parece siempre almidonada de bondad, justicia y mano tendida, quede libre de toda duda, sin mácula de sospecha. ¿Se hubiera hecho lo mismo si en lugar de Madrid se tratara de Cataluña? Ustedes mismos.
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