“Ahora sabemos mejor cómo, cuándo y con qué tratar a los pacientes covid”

Pedro Manuel de la Cruz recoge la opinión del Jefe de Enfermedades Infecciosas de Torrecárdenas

Personal sanitario de Torrecárdenas.
Personal sanitario de Torrecárdenas. Archivo La Voz
Antonio Collado
07:00 • 04 oct. 2020

Del 24 de agosto al 6 de septiembre, Salud detectó 1920 positivos por Covid en la provincia. Del 21 de septiembre al 2 de octubre los positivos detectados fueron 704. En los mismos periodos los nuevos hospitalizados pasaron de 127 a 37. Después de una primavera relativamente tranquila en la que la provincia de Almería fue la que menos casos de Covid contabilizó de toda España, agosto nos sobresaltó. Las cifras comenzaron a crecer de forma tan desmesurada, tan inesperada, que todos nos preguntamos qué estaba pasando, a qué se debía este aumento de casos tan espectacular. A partir de la segunda semana de septiembre la cifra se estabilizó y comenzó un descenso que acabó siendo significativo a final de mes. ¿Por qué se produjo aquella subida y esta bajada? Esa es la pregunta que he planteado a siete expertos desde la óptica de la ciencia y desde su experiencia profesional. Las líneas que leerán a continuación contienen sus respuestas a la pregunta de qué motivo la espectacular subida de agosto y qué razones pueden explicar la bajada de los últimos días. Como siempre reitero, aprender a escuchar (o a leer) a los que más saben, esa es la clave si se tienen intenciones de aprender. Por eso mi Carta de hoy recoge sus opiniones y solo sus opiniones:



Encontrándonos ya inmersos en la “segunda ola” de esta pandemia con la que convivimos desde hace meses, me plantean la pregunta de qué ha podido contribuir ahora, al modo en que se han desarrollado de los acontecimientos en nuestra provincia. Vuelvo a reflexionar desde mi ámbito, la atención hospitalaria.



Las condiciones estructurales no han cambiado (situación periférica, pésimas comunicaciones, ausencia de infraestructura para el transporte colectivo masivo, eventos que reúnen grandes aglomeraciones de público…). Otros aspectos como el efecto que ha podido tener la climatología, parecen haber sido desmentidos tal y como se intuía inicialmente.



La primera y probablemente mas importante diferencia con respecto al mes de mayo, es que en esta ocasión ya no estábamos confinados. Por tanto, no existía limitación de la movilidad y el virus ya estaba entre nosotros.



Cambió el espectro de la población afectada. Inicialmente en esta segunda fase, personas jóvenes, trabajadores habitualmente por cuenta ajena, que se contagiaron presumible y mayoritariamente en su lugar de trabajo, especialmente inmigrantes (no por motivo racial, sino económico, social, de falta de los recursos mas elementales).



Normalizamos la situación y retomamos nuestra actividad social, jóvenes y no tan jóvenes. Relajamos la conducta que antes nos ayudó a contener la infección y comenzamos a ver nuevas infecciones en personas aún más jóvenes, fuera del ambiente laboral, generalmente relacionadas con el ocio y mayoritariamente asintomáticos. Pero el perfil, la foto, vuelve a cambiar y las personas que empezamos a atender en el hospital vuelven a ser de mediana edad y ancianos, con otras patologías, como en la primera fase de la pandemia. A continuación, el virus entra de nuevo en las Residencias y Centros Sociosanitarios, con las consecuencias que ya conocemos.



Ha cambiado también la forma en que atendemos a los pacientes. Ingresan en su mayoría sabiendo ya que son positivos, por tanto generalmente en fases más precoces, menos evolucionados. Sabemos mejor cómo, cuándo y con qué tratarlos, lo que ha mejorado el pronóstico y reducido el tiempo que necesitan estar hospitalizados. Ahora podemos decir que vamos por delante.



Pero todavía, el mejor tratamiento sigue siendo la prevención. Es fundamental que cumplamos de forma rigurosa las recomendaciones para evitar la infección por Coronavirus: uso (¡correcto!) de la mascarilla, extremar las medidas de higiene, respetar la distancia social / burbuja social y si hemos tenido contacto estrecho con una persona infectada o con sospecha de estarlo, permanecer en casa y vigilar la aparición de síntomas.


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