Otros pagan los platos rotos

Fermín Bocos
00:24 • 05 jun. 2021 / actualizado a las 07:00 • 05 jun. 2021

Con la sagacidad que le caracterizaba, Baltasar Gracián escribió que una buena estrategia de quienes gobiernan es tener escudos humanos en quienes recaiga la crítica por los desaciertos propios. En eso está en los últimos tiempos el Presidente del Gobierno. La cosa arranca desde el fracaso del PSOE en las elecciones de Madrid el pasado 4 de mayo. Todos vimos que lo que allí se sustanció fue un pulso político entre la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, y el propio Pedro Sánchez, quien una vez conocida la magnitud del desastre le faltó tiempo para desviar la atención forzando la dimisión de Ángel Gabilondo y la del secretario de los socialistas madrileños. 



Para que la estrategia de ocultación de responsabilidades funcione debe haber un testaferro que sea blanco de las críticas por los desaciertos en la gestión. Lo volvemos a ver estos días en relación con la aguda crisis política y diplomática creada con Marruecos. Todas las miradas están puestas en la ministra de AA.EE. Arancha González Laya por su torpeza en la gestión de los frentes abiertos. Incluso la prensa sanchísta la hace responsable directa de la presencia en España del líder del Frente Polisario Brahim Ghali, hecho interpretado como una provocación por Rabat; también ha trascendido que el ministro de Interior estaba en contra de dicha presencia. Lo cierto es que quien zanjó la cuestión fue el propio Pedro Sánchez autorizando la presencia del líder saharaui sin medir las consecuencias que semejante iniciativa iba a tener en las relaciones con Marruecos. Que no sólo son las relacionadas con la emigración y la avalancha que provocaron en Ceuta.



Ahora se habla de remodelación del Gabinete y se apunta que entre quienes podrían caer estaría González Laya. De ser así --y más allá de su innegable falta de pericia para desempeñar tan compleja encomienda-- habría cumplido perfectamente con su papel de escudo humano, de persona interpuesta entre quien de verdad toma las decisiones y consigue de esta manera ocultar su responsabilidad. Porque fue el Presidente del Gobierno quien, en contra de toda prudencia, dio el visto bueno a la presencia de Ghali en España, causa detonante de la crisis con Marruecos. Pero, de momento, serán otros quienes pagarán por los platos rotos.








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