El diputado de Podemos, Alberto Rodríguez, ha perdido definitivamente su escaño en esta legislatura y ese hecho no tiene vuelta atrás. Otra cosa es que su formación política con todos sus dirigentes, incluido el ex Pablo Iglesias, hagan comentarios altisonantes para su club de fans.
Pese a la dureza verbal de su actual dirigente, Ione Belarra, --por cierto, ministra de ese Gobierno de coalición en el que ahora quieren tensar la cuerda-- a la formación morada no le interesa provocar una ruptura, cuando sus expectativas electorales están a la baja y el “movimiento” de aglutinar a la izquierda del PSOE de Yolanda González sólo ha echado a andar.
No obstante, amenazan con presentar una querella por prevaricación contra la presidenta del Congreso, Batet, por haberse “atrevido” a quitarle el escaño a su compañero canario, atendiendo al escrito del Tribunal Supremo que dejaba muy claro que la condena llevaba aparejada la salida de la Cámara Baja.
Como hay que levantar los ánimos a sus votantes, los calificativos hacia el juez Marchena y la propia Batet han ido subiendo de tono hasta llegar a los tintes apocalípticos: “Golpe de Estado blando”, “prevaricación”, “la democracia española en jaque”... Siempre en las redes sociales que son su elemento natural.
Ha sido la traca final a una semana de desencuentros, tras el conflicto por la reforma laboral del Gobierno de Rajoy, que capitanea Yolanda Díaz. Consideran una injerencia que Nadia Calviño quiera tener voz en un tema que para Podemos en solo suyo. No en vano, el Ministerio de Trabajo fue uno de los escollos para formar la coalición y un territorio al que Pablo Iglesias no estaba dispuesto a renunciar.
Quedan dos años de legislatura y ni al PSOE ni a Podemos les interesa un adelanto electoral. Así que, pese a la amenaza de exigir la convocatoria urgente del comité de crisis, no parece que tampoco esta vez la sangre llegue al río. No obstante y, pese a la probada actitud de la nueva líder de los morados en mantener la calma, los enfrentamientos van a ir in crescendo según se acerquen las primeras citas electorales. Será entonces cuando Podemos rompa la coalición para reivindicar su propio espacio y su nueva alternativa esté lista para competir en las urnas.
Así que lo ocurrido esta semana no es más que el anticipo de lo que se va a vivir dentro del Gobierno a partir de ahora.
Pedro Sánchez debe saber que estos presupuestos que se van a aprobar en el Congreso (pese a los habituales gestos de exigencias imposibles) son los últimos de esta legislatura y, a la par, imprescindibles para poder gestionar las ingentes ayudas europeas por la pandemia. Porque, de aquí a un año, todos se dedicarán a recuperar electores como objetivo primordial. Y es que, para nuestros políticos, gestionar está bien pero lo importante es el poder.
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